Martín Felipe Castagnet: “Las ficciones tienen que ser peligrosas”
Martín Felipe Castagnet: “Las ficciones tienen que ser peligrosas”

Martín Felipe Castagnet visitó Lima para hablar de Los mantras modernos (Pesopluma, 2019), una novela ambientada en un futuro donde la gente “desaparece”, a través de una aplicación, hacia una realidad desconocida.

El escritor argentino conversó con Correo sobre sus libros, que transitan entre la ciencia ficción y lo fantástico, la tecnología en la realidad y la ficción, las palabras cargadas de violencia y la literatura.

¿Cómo trabajaste la palabra “desaparición”, una palabra muy cargada para tu país y la región? Pensé que debía mantenerla por dos razones: desaparecer ahora es no tener presencia digital; es algo sintomático de nuestra época. Por otro lado, lo terrible, horroroso, detrás de los desaparecidos en Argentina es que en realidad no desaparecieron: fueron exterminados y queda la ilusión, por medio de la violencia que se ejerció, de que desaparecieron. Es una metáfora. Entonces decidí crear un mundo donde eso ya no sea una metáfora, sino algo literal. Y esa fue la patada que originó el germen de la novela. Una de las tareas de la literatura es intentar descalabrar ese armario donde todo es firme, moral. Hay que meterse con los buenos dioses, embarrar un poco lo que pensamos. Si un escritor no se anima a usar palabras o a repensar la excepción de estas, entonces ¿para qué escribe?

Tu libro se mueve entre la ciencia ficción y lo fantástico. No podemos hablar de un solo género, pero sí de la tecnología como elemento para narrar en estos tiempos... Creo en la mezcla de géneros, porque siento que vivimos en un mundo difuso, donde el internet contribuye a difuminar determinados bordes que antes estaban fijos. Y por qué tematizar la tecnología, porque la tecnología nos tematiza a nosotros todo el tiempo. Estamos sujetos a los avatares de los cambios tecnológicos, de los nuevos aparatos, grandes y pequeños: llegan y empiezan a intervenir en nuestras vidas. Me parece imposible no pensar en nuestro mundo a partir de ese fetiche que son las máquinas.

¿También crees que el celular y el internet nos separa? Cada tanto intento pensar que la tecnología nos separa, que a veces pasamos demasiado tiempo en los teléfonos. Pero después pienso que no. Lo cierto es que, si uno no tendría un teléfono, estaría enfrascado en cualquier otra cosa o en sus pensamientos. En realidad, estamos conectados, pero con otras circunstancias, otras personas. Yo, en ese sentido, no puedo ser pesimista. Eso lo pienso como persona, pero como autor ofrezco casos hipotéticos, ficticios, basados en mi imaginación; después el lector va a decidir si eso es bueno o malo, si lo permitió la tecnología o el hombre. Y, a partir de todas esas aventuras ficcionales, pensar en nuestra propia vida y el lugar que le estamos dando a la tecnología.

Ahora se hace más ficción sobre internet. ¿Qué sigue ahora? ¿hablar sobre cómo será el mundo después de internet? Hay un montón de fenómenos paralelos a internet que faltan ser escritos. No los voy a decir porque aún estoy desarrollando mi siguiente novela, pero todavía queda mucho por decir. Hay un mundo tras internet y determinadas obsesiones que van a seguir permaneciendo. Yo, por ejemplo, trabajo con la idea de la muerte como algo que no debería ser un tabú, sino como parte de la naturaleza finita del ser humano.

¿Has pensado en tu rol como autor? Todo lo que hacemos tiene consecuencias en el mundo en que vivimos. Pero si uno lo piensa como autor, a veces termina limitando su literatura y escribiendo en función de problemas morales, acción política. Las ficciones tienen que ser peligrosas, tienen que meter en problemas al escritor.

PERFIL

Martín F. Castagnet, narrador argentino

Nació en La Plata. Ha publicado Los cuerpos del verano, novela premiada y traducida al inglés, francés y hebreo. Es parte del Bogotá39.

CIFRA

221 páginas tiene Los mantras modernos, segunda novela de Martín Castagnet.

LA FRASE

Si un escritor no se anima a usar palabras o a repensar la excepción de estas, entonces ¿para qué escribe?”