Ha escrito 12 libros, además de guiones para documentales y largometrajes. (Foto: Leonardo Cuito)
Ha escrito 12 libros, además de guiones para documentales y largometrajes. (Foto: Leonardo Cuito)

El 13 de octubre de 1972 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la cordillera de los Andes, a bordo iban 45 personas, apenas sobrevivieron 16 personas, alimentándose de sus propios compañeros y tras medio siglo de aquel suceso que conmocionó al mundo, el periodista y amigo personal de los sobrevivientes, Pablo Vierci, reescribe la historia en su libro “La sociedad de la nieve” (Planeta 2024), que luego daría lugar a la película que lleva el mismo nombre.

¿Por qué había que recontar esta historia? ¿Por qué hacerla de nuevo, ya no se había dicho todo?

Creo que no, creo que faltaba la visión de los 45 que no sobrevivieron y que entregaron sus cuerpos para que los otros sobrevivan; creo que ese matiz faltaba y para eso tenía que pasar mucho tiempo. Por eso yo digo que hay 16 vivos porque hubo 29 muertos, eso es muy duro, pero es la realidad, es el pacto de generosidad más impactante del ser humano y para eso se necesitaba mucho tiempo.

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¿Pero no era reabrir heridas?

Siempre es así, pero se permiten lecturas nuevas. La mejor respuesta a tu pregunta es que el libro se vendió mucho y la película la vieron millones de personas y eso te da una idea que la historia fue para los jóvenes que han descubierto una historia basada en hechos reales, sin edulcorantes.

¿La historia ha cambiado con el tiempo?

Sin duda alguna, esta es una historia como los mitos y que son imperecederos, creo que son temas que no tienen un final concluyente, es como el sentido de la vida. Yo creo que son temas eternos, no tienen un final.

¿En esta tragedia cambió el sentido de la muerte?

Sí, cambia porque se da “la muerte generosa”, como se da la donación de órganos. Que los chicos hayan hecho un pacto de vida y que está escrita en una carta, es un contexto diferente. Yo hice un libro junto a Roberto Canesa, un sobreviviente, y él sostiene que los Andes lo condicionaron a estudiar medicina y especializarse en niños con cardiopatías congénitas, niños que nacen prácticamente muertos; y él dice que cuando tenía 19 años y sobrevivió a la tragedia, nadie los socorrió a ellos. Cuando entrevisté a la madre de un niño que murió con esta cardiopatía, le dije que era terrible que haya muerto y ella me dijo: “No Pablo, no entendiste nada, le robamos 4 años a la muerte”. No es un fracaso.

A lo largo de estos años, ¿qué ha cambiado del primer libro publicado en el 2008 y esta nueva edición?

Cambia el capítulo introductorio, que es una carrera de postas de hechos en torno a esta tragedia, hasta que llega a esta película que es el último eslabón. Es como navegar en aguas profundas y creo que estos temas en torno a la vida y la muerte, y cunado los despojas de todo y aparece la jauría o la bondad, son temas profundos que no tienen una respuesta.

Siento que todo se reduce a estos sentimientos y sensaciones, más allá de la tragedia en sí. Me impactó mucho que uno de los sobrevivientes no pudo soportar ver la película y se salió. ¿Eso no fue demasiado? Lo que pasa es una película inmersiva, es decir es hiperrealista, porque se pusieron tantos detalles que ellos dijeron que por primera vez sintieron que estaba allí, sentían hasta el olor; por eso para ellos es como revivir una situación traumática en sí.

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¿Este guion ha sido trabajado desde la emoción?

Es una película que traba desde las emociones y desde lo espiritual, por eso la película está narrad desde la irada de un chico que muere, porque esto es un hecho que ocurrió pero que tiene secuelas y es irrepetible. Por eso se pueden contar nuevas cosas.

¿Los sobrevivientes volvieron al lugar de la tragedia?

Casi todos volvieron para hacer el duelo, por motivos subjetivos. Habría que preguntárselos a ellos.

¿Todos los restos humanos se quedaron allí?

Todos, menos uno, que un padre decidió recogerlos y enterrarlos en el cementerio de Montevideo.

¿Algún sobreviviente cuestionó la película?

Ninguno, todos estuvieron de acuerdo y esa fue una de las grandes satisfacciones. Yo te diría de las 45 familias no hubo ninguna disconformidad. Es como en el libro en que todos leyeron su parte y nadie objetó nada; creo que todo se basó en la confianza y que dijimos que íbamos a ser leales y eso fue lo que hicimos. Contamos la verdad con prudencia, con ecuanimidad y con respeto.

¿Qué sensación le deja esta historia?

Para mí es contraintuitiva, estamos en el peor momento de la historia contemporánea y sin embargo, vemos esta historia en medio de una tragedia y hay bondad, hay amor; cuando se les quita las capas a las personas, el hombre sin poder, es bueno. Para mí este es un antídoto para los que creen que el ser humano es perverso de nacimiento. El hombre nace bueno y es el entorno que cambia todo.


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