“A veces se tiene la suerte de que la vida mejore los planes que uno tenía para sí mismo”, nos dice Renato Cisneros, desde Madrid, España, cuando habla sobre “Busco Novia” (Grijalbo, 2021) y los cambios que vendrían después para él. El escritor peruano cuenta que releer el libro lo hizo toparse con una voz muy vital pero también, por momentos, machista y frívola.
“La voz de alguien que están en sus 30 y no tiene mayores perspectivas que vivir esa temporada. En esa época, por ejemplo, no pensaba que, tres años después, estaría casado y con una hija”, comenta.
La publicación impresa de las historias de su blog, donde contaba sus peripecias sentimentales, lo convirtieron en un autor muy leído. Sin embargo, con “La distancia que nos separa” (Alfaguara, 2020), el escritor peruano ha encontrado otro rumbo en la literatura, manteniendo la gran acogida de los lectores.
“Busco Novia” y “La distancia que nos separa”, reeditados hace poco, son dos libros que se pueden mirar como diferentes momentos en tu camino de escritor. ¿Cómo los ves ahora después de varios años?
Son libros que revelan dos momentos totalmente distintos. No hay muchos parecidos entre las personas que los escribieron. El autor de “Busco Novia” tenía 32 años y había escrito poemarios y no sabía que incursionaría en la narrativa. Mientras que el de “La distancia...” ya es una persona comprometida con una idea de vocación literaria cada vez más afirmada. Tienen su propio encanto, los quiero por razones distintas. Son dos libros importantes, cada uno a su manera.
¿Con la popularidad de “Busco Novia” se dio la oportunidad de incursionar en la narrativa?
La difusión le permitió llegar a un montón de gente. Ese es el recuerdo más entrañable que tengo del blog: la capacidad que tenía la plataforma para integrarte a los lectores. Se generó una relación que se mantiene hasta ahora. Mucha gente que leía el blog ha ido envejeciendo conmigo y hasta ahora me escriben. También empezó una relación mediática porque el blog tuvo una resonancia que yo no esperaba. Y luego los otros trabajos se han servido un poco de esa primera experiencia ruidosa.
Hay un video de Marco Sifuentes de la presentación del libro y tu cara es como si no creyeras que hubiera tanta gente...
Cuando veo nuevamente ese video, me da un poco de vergüenza toda la situación porque es embarazosa y yo estaba un poco agobiado, nervioso. Era la materialización del blog, a tiempo real en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima). Esa atención o disposición masiva de leer el blog hizo que me entusiasmara con la idea de seguir escribiendo historias en internet. Así surgieron dos novelas que tampoco fueron pensadas como libros y que he catalogado como mis novelas juveniles. Después de un tiempo vino la otra novela que inauguró otro ciclo.
Empezaste publicando poesía, ¿sigues escribiendo poemas?
Alguna que otra vez, muy ocasionalmente. Tengo poemas sueltos. Desde el último año que publiqué poesía, en 2007, no he vuelto a escribir poemas pensados para componer un conjunto. Hay algo como religioso en el asunto de la poesía, una revelación detrás de su escritura. Uno no puede solo sentarse y ponerse en actitud poética. Es al revés: uno siente la urgencia de escribirla, pero esta no se me ha vuelto a presentar. Tal vez tenga que ver con que mi voz está ahora más en la narrativa que en la poesía
¿Por qué, en un inicio, no le tenías mucha fe a “La distancia que nos separa”?
Más que no tenerle fe, sentía que estaba desnudándome demasiado y pensaba que el libro quizás no iba a leerse como yo quería. Tenía miedo que se lea como una novela donde se develaban secretos familiares y esa fuera su única descripción. Una novela que revela secretos familiares despierta curiosidad pero se agota rápidamente si solo es eso. En el fondo, sabía que la novela era algo más, que tenía mucho que ver con una preocupación universal, donde podían verse reflejados los hijos que tuvieran una relación tensa no solo con sus padres sino, en general, con su país y su entorno. Y felizmente sí llegó a tener esa segunda lectura que la novela escondía. Pero no tenía muchas expectativas porque sabía que en el Perú podía leerse como una novela chismográfica, cuando el libro -visto hoy con la ventaja de la distancia- tenía otra ambición superior a eso. Creo que esa es la que ha terminado de imponerse.
Hay mucha resistencia a la autoficción. Pero si la obra está bien hecha, así hables de tu jardín o de un incendio, lo que cuenta es lo literario...
Además creo que toda la literatura es autobiográfica. Las capas de ficción, que se colocan sobre esa materia prima, están en función del estilo de cada autor. El gran surtidor de las historias literarias es la memoria. Esas etiquetas o formas de catalogar los libros son propios de un grupo de personas muy reducido. El gran lector no va por las librerías preguntando a qué genero pertenece ese libro para ver si lo compra. Va movilizado por otro tipo de impulsos: un vínculo real con el autor o con la historia. La preocupación del lector al que uno siempre quiere llegar es si la historia está bien contada o no.
La novela fue un parteaguas para tu vida...
Sí, hubo una vuelta de tuerca en todo sentido, porque dejé el trabajo que tenía, me mudé a España, salió este libro con el que recomenzaba una incursión en la literatura y, sin haberlo coordinado, todo se alineaba para sentir que estaba reinventándome en general. Vamos a ver si el tiempo le da la razón al Renato que tomó esas decisiones.
Julio Cortázar, en el poema “Patria”, escribió que “ser argentino es estar lejos”. ¿Has sentido eso con el Perú ahora que vives en Madrid?
No recordaba ese poema, pero qué bonita idea. El peruano es insatisfecho, siempre está lejos de algo. El peruano que vive en el Perú y que se siente postergado desde hace mucho tiempo seguramente quisiera un país más justo para él y su realidad. Y aquel que ha progresado añora otro tipo de cosas. Y el que está lejos se debate entre volver y no volver. Y tal vez hay un peruano que piensa en irse. El peruano, en general, es insatisfecho y está bien, porque en el fondo esto revela inconformidad. A los peruanos es lo que más nos conviene, siendo nuestro país como es; mirar su supuesto progreso con una cierta incredulidad, no creernos el cuento de que estábamos tan bien, porque cuando lo hicimos resultó que no era tan cierto. Para mí, estar lejos del Perú es solo un dato geográfico. La mayor parte del tiempo estoy pensando en lo que ocurre en el país.
¿Publicarás un nuevo libro?
Este año saldrá un cuento infantil, que es una canción que le escribí a mi hija. Y estoy metido en dos proyectos de novelas, pero con un ritmo bastante pausado. Me tiene preocupado toda esta situación (de la pandemia) y eso también te impone cierta parálisis creativa. Cuando la realidad se vuelve tan apabullante es difícil escapar de ella, no hacerle caso. Espero que, con el paso de los meses y cuando esta locura se diluya un poco, pueda volver al trabajo con la disciplina, rigor y los tiempos de antes.
Sobre todo porque tu esposa está trabajando en primera línea...
Sí, pensaba en eso. Incluso cuando no se manifiesta radicalmente todos los días, esa preocupación está latente en tu cerebro. Felizmente ella ya está inmunizada, tiene la doble vacuna de Pfizer, pero igual es testigo de un drama que se inaugura a diario con gente que sigue llegando enferma, con el hospital que vuelve a colapsar. Parece una historia de nunca acabar. Me cuesta un poco evadirme de todo eso para abocarme exclusivamente a mis novelas.
Parafraseando el título de un libro de Raymond Carver: ¿De qué hablas ahora cuando hablas de amor?
Para mí, el amor se ha convertido ahora en la forma de entender la relación con mi hija. Si hay algo que le agradezco a la paternidad es haberme dado a conocer un tipo de amor tan desprendido y desinteresado que pareciera que todo lo que sentí antes por diferentes mujeres, desde mi madre hasta mi esposa, pasando por novias e intentonas de novias, se trataba de otra cosa. Es curioso porque con los hijos uno reelabora la relación con uno mismo cuando era niño. Hoy, cuando hablo de amor, pienso por sobre todo en mi hija.
Su novela “La distancia que nos separa” fue finalista del II Bienal de Novela Mario Vargas Llosa.
Perfil
Renato Cisneros nació en Lima, en 1976. Ha publicado “Nunca confíes en mí”, “Raro”, “Dejarás la tierra”, “Algún día te mostraré el desierto”. Junto a Josefina Townsend, conduce el programa “Sálvese quien pueda” en redes sociales.