Recibió formación académica en la Universidad Católica Santa María. (Foto: Cortesía)
Recibió formación académica en la Universidad Católica Santa María. (Foto: Cortesía)

Siempre animoso y con ganas de transmitir sus conocimientos, así nos encontramos con Sergio Medina para que nos hable de su otra faceta además de la periodística: la narrativa.

¿Cómo te atrapó la pasión por el periodismo?

Esta pasión nació conmigo. Empezó a los 6 años de edad. Descubrí que el periodismo era lo mío y tendría que ser hasta el final. En la primaria, llevaba conmigo a todo lado un pequeño receptor de radio, para escuchar a periodistas de esa época, quienes eran personalidades del periodismo radiofónico de Arequipa. Los escuchaba en todos sus horarios. Fue la señal auroral. Me gustaba imitarlos. Percibía que había nacido periodista.

Abracé con fuerza el periodismo escolar en mi colegio Independencia, en 1970, cuando cursaba el segundo grado de secundaria y, paralelamente, en radio San Martín. Primero relator de noticias, luego subdirector del noticiario “Chasqui”, órgano de difusión de CIRCA, institución fundada por el padre Carlos Pozzo.

¿Cuál es la motivación para entrar al mundo de la narración?

Te comento que desde los 14 años comencé a escribir. La primera inquietud fue: “Decepción”, luego: “Poemario de cristal”, “Otrora amigas del alma”, “Poesía in vitro”, “Otoño de abril 17″, “Urpi Cahuanchita” y “Trozos felinos”. Son relatos no publicados todavía.

Respondo a tu pregunta: la principal motivación para escribir y publicar, ahora, ha sido cumplir solemnemente el pedido de mi amadísima esposa Evita Elena. Ella me dijo: “Escribe un libro y publícalo, tienes cualidades; hazlo ya”. Su tono de voz, dulcemente imperativo, me condujo al “Rincón o refugio de los divos”, lugar donde hoy escribo.

Tengo otra motivación. No deseo ser un comunicador silencioso, apagado, dócil, selectivo; no deseo ser ni obsecuente ni timorato. Quiero dejar que mis ideas y conocimientos, vestidos con las alas del lenguaje, vuelen libremente. En estos tiempos, me fascina hacerlo a través de libros, para que mis ideas con reflejos de escritor alcancen a las mentes lectoras de todas las edades.

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¿Qué va a encontrar el lector en tu libro “Vertientes nostálgicas entre surcos y campiña - relatos arequipeños”?

Riquezas culturales invaluables, historias entremezcladas con ficción y realidad sobre leyendas, costumbres y tradiciones de la campiña arequipeña, aún inéditas. Antes de la publicación de esta obra, mantuvieron silencio. Tras escuchar a mis ascendientes contar muchos relatos, en ocasiones espeluznantes y, en otras, cuasi inverosímiles, con abundancia de mitos y creencias, comencé el proceso de investigación porque esas historias solo fueron transmitidas oralmente, de generación en generación. Y causa nostalgia que vaya apagándose el interés por escribir y preservar la cultura de nuestra Arequipa rural.

Estos relatos arequipeños llevan un componente valioso que debería enorgullecernos: el arsenal lexicológico propio del habitante y trabajador del campo, que será de utilidad para investigadores, escritores, historiadores, periodistas, estudiantes y jóvenes de las generaciones presentes y futuras, porque ha de servir, además, como un aporte lingüístico invaluable. Preservar el legado literario de la campiña arequipeña es el nuevo reto que me he propuesto al escribir este libro.

Si tuvieras que darles un consejo a los jóvenes periodistas, ¿cuál sería?

Que su pasión principal sea la lectura y la práctica de un periodismo investigativo. Son dos insumos que nos ayudan para que el periodismo no sea un arma de ataque, de venganza que origine la consumación de delitos como la difamación, calumnia e injuria, sino que sea una herramienta de verdad, de imparcialidad y de lucha inteligente, para construir una sociedad justa, humana y cristiana. Que no olviden que el periodismo es una profesión de servicio, es un compromiso inclaudicable, asumido ante la sociedad. Finalmente, que recuerden que el periodismo es una profesión que exige de quienes la ejercemos permanente práctica de honestidad, como principio y valor supremos, para que seamos, ciertamente, la única reserva moral y confiable que le queda a nuestro país.


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