Doce años después de su primera edición, “Hay una chica en mi sopa” (Editorial Planeta), novela de Silvia Núñez del Arco, regresa reeditada por su autora para contar la historia real de la relación de Lucía y Alicia, alumna y maestra envueltas en una vorágine de sentimientos y emociones. “La he reescrito prácticamente toda, solo quedó el primer capítulo y de ahí empecé a escribir una nueva historia”, dice Núñez del Arco.
¿Por qué tomaste esta decisión? Te voy a ser completamente sincera, la editorial me habló de la reedición de ‘Hay una chica en mi sopa’ y cuando me mandaron la edición en PDF no me gustó lo que estaba leyendo y se los dije. La editorial me contestó que no sea dura conmigo, que eso era porque mi estilo ha cambiado muchísimo con el tiempo.
Es que has madurado como escritora... Así es, y fue entonces que me advirtieron que no meta mucha mano en la novela, pero yo no pude con mi genio y empecé a reescribir el libro, lo cual también a mí me permitió contar la historia desde un punto de vista más maduro. En la edición anterior hubo mucha ficción, yo no sé por qué. Pero lo que pasó con mi profesora pasó, además, ha transcurrido mucho tiempo para que yo pueda reflexionar sobre la relación que tuve con ella. Ser mamá me dio a entender un poco lo que estaba pasando, pude reflexionar más y mirarlo desde un punto de vista más maduro, cómo esta persona (Alicia) me dio un lugar en su vida y me dio ese cariño maternal que yo estaba necesitando.
Esa relación también puede confundirse como una atracción. Exacto, eso es lo que me gusta del libro porque vas a sacar tu conclusión, si fue maternal o no, porque de repente lees el libro y dices, pero claro que ella estaba enamorada de la profesora, entonces cada quien saca su propia conclusión.
La posibilidad de reescribir una novela en su totalidad no es algo usual.
Pero a mí me dieron el sí y sobre todo mucha libertad, me dijeron, bueno al final es tu novela, y si quieres hacer una versión distinta, manos a la obra. En ese sentido lo agradecí.
Comparando la primera versión de ‘Hay una chica en mi sopa’ con está nueva, ¿es completamente diferente?
Totalmente distinta, y yo creo que con esta versión mis lectoras y lectores, se va a poder identificar más con la historia, porque está contada de manera más real. ¿Quién no ha tenido en algún momento como un ‘crash’ con un profesor, con una profesora?, digamos, con alguien que tú sabes que no puedes tener algo romántico, pero pasa. Al final, uno se siente atraído por personas, o hace conexiones que no necesariamente tienen un nombre.
Esta novela representa para ti algo especial en tu carrera de escritora. Sin duda, le tengo mucho cariño. le cogí un sentimiento muy especial a esta novela, porque además es una historia que personalmente me marcó mucho. Durante años tenía una pregunta, qué era, ¿Qué fue lo que realmente pasó? Qué tipo de relación era. Y al final llego a la conclusión de que no hay que ponerle un nombre, así es que es importante para mí no solo por eso sino por el acompañamiento emocional que ella tuvo conmigo durante años, desde adolescente hasta cuando tuve un novio. Ella estaba allí, me acompañaba, era alguien a quien yo podía llamar por teléfono y decirle no sé qué hacer con esta situación.
¿Siempre tuviste claro tu oficio?
Siempre escribí desde niña, pero nunca imaginé que podía dedicarme a eso, desde pequeña escribía, sobre todo cuando estaba triste, escribía y leía mucho.
Cuando publicas tu primera novela supiste que ese era el camino que siempre querías recorrer. ¿Sabes que me pasó?, cuando terminé de escribir mi primera novela, mi primer pensamiento fue, esto es más difícil de lo que pensé. Es más difícil escribir de tu propia vida, porque para exponer tus heridas requiere cierto nivel de valentía y es difícil, es difícil ser vulnerable.
¿Y qué dijo Jaime (Bayly) de la reedición de la novela? Feliz. Le gustó mucho, yo siempre cuando ya estoy trabajando con la editorial en paralelo, le pido su opinión. No se puede meter mucho en el estilo, me puede sugerir una palabra u otra, él tiene mucho ojo para las comas y para las palabritas que sobran. Solo en eso se mete, me respeta mucho y sabe que yo estoy forjando mi propio camino.