“En la escuela se lee y se escribe. Y eso no es negociable” afirma categóricamente la docente y escritora argentina Julieta Pinasco. Para ella, los procesos de lectura y escritura se asemejan a la experiencia de cultivar. “Claramente me gusta la idea del cultivo -dice, porque un buen jardín no solo depende del jardinero: entran en juego la tierra, el agua, el viento y la semilla”.
VER MÁS: Libros sobre Vallejo y COVID 19 de Jorge Ita y Ken Sánchez
Ustedes, mejor que nadie, comprenden el símil: los aprendizajes dependen del contexto sociofamiliar, de los recursos con los que contamos, del apoyo que nos brinden las autoridades, del involucramiento de los padres de familia, de las convicciones que evidencien los maestros en su quehacer, de la actitud de los estudiantes, etc.
Obra colectiva
Por ello, deseo expresar mi felicitación y reconocimiento a la UGEL JULCÁN representada por su directora, la profesora Yesenia Elizabeth Gutiérrez Rebaza, su jefa del Área de Gestión Pedagógica (profesora Magaly Elvira Iglesias Robles) y sus especialistas de Gestión Pedagógica (profesores Ebert Leodán Pérez Vásquez y Adriano Keidel Ruiz Corro).
Las maestras y los maestros, junto a los padres de familia y a las autoridades educativas, han sido la tierra, el agua y el viento (tal como lo refiere Julieta Pinasco) que han posibilitado la germinación de las semillas y el crecimiento de aquellas plantitas que ahora han dado valiosos frutos: ¡doce hermosos libros que reúnen las producciones literarias de los estudiantes de diecinueve instituciones educativas de la provincia de Julcán!
PUEDE LEER: Los (Pre)Textos de Alana Viera y Yago Martínez
Voz de los estudiantes
“Estos libros son un vivo reflejo de la riqueza cultural y emocional de nuestros estudiantes. En cada palabra, en cada verso, late el pulso de nuestras raíces, el eco de tradiciones que, a través de las generaciones, han forjado nuestra identidad. Aquí, la imaginación se despliega sin límites, llevando al lector a paisajes mágicos, donde lo ancestral se encuentra con la frescura de una visión juvenil, renovada y audaz” nos dice, muy emocionado, el profesor Ebert Pérez Vásquez, uno de los impulsores de este gran proyecto.
“A través de estas páginas, las voces de nuestros(as) estudiantes escritores(as) resuenan con fuerza, transportándonos a un mundo único, su mundo. Un espacio donde conviven la naturaleza y el ser humano en perfecta armonía, donde cada piedra y cada río cuentan historias, y donde las leyendas se entrelazan con las realidades cotidianas. No son solo historias; son fragmentos del alma colectiva de un pueblo que, con orgullo, preserva su historia y su cultura, pero también mira hacia el futuro con esperanza”, remarca Ebert.
LEER AQUÍ: Luis Quispe Palomino dialoga con Platón
Voz de las maestras
Así lo asume también la maestra Carmen Castro Valle, docente de la I.E. 80685, de Cinracanra, Calamarca. Para ella, lo más gratificante ha sido observar cómo sus estudiantes fueron desarrollando su competencia comunicativa. Y, como si esto no fuera suficiente, evidenciarla en un producto concreto: el libro titulado “La cultura floreciente de Calamarca”.
Asimismo, comparte la alegría de sus estudiantes, no solo por haber sido partícipes del proyecto y de haber concretado sus producciones, sino porque desean seguir escribiendo. ¡No hay mayor satisfacción que apreciar esa convicción en las palabras de mis niños y en el brillo de alegría en sus ojos!, expresa la maestra.
Por su parte, Giovana Morales Mendoza, docente de la I.E. 80337, del Centro Poblado Menor Mullamanday, valora la (re)conexión de sus estudiantes con su mundo: “lo más grato es ver cómo han encontrado, en los textos, un espacio para recuperar y transmitir relatos, costumbres y tradiciones que muchas veces quedan en el olvido. Consultar con sus abuelos, tíos o padres ha enriquecido esta experiencia, porque ha permitido que el estudiante redescubra su identidad y fortalezca su espacio de confianza, creatividad y trabajo en equipo”.
Ella nos dice, con mucho orgullo, “haber sido testigo de cómo sus estudiantes, incluso aquellos que inicialmente se mostraban inseguros o desinteresados, lograron sorprenderse a sí mismos al ver sus textos, sus rostros y nombres en su libro “Mullamanday, mágico lugar del ande liberteño”. Le enorgullece también “ver cómo han empleado la escritura para conectarse con sus raíces culturales y así fortalecer su identidad”.
VER MÁS: La Navidad y el sentimiento religioso en César Vallejo
Sueños y realidades
El profesor Ebert Pérez Vásquez, en su rol de especialista, está convencido de que “estos textos son un reflejo del crecimiento personal, intelectual y emocional de los estudiantes. Por ende, valorarlos y aprender del proceso que involucra no solo enriquece la experiencia educativa, sino que también nos recuerda la importancia de la escritura como medio de desarrollo humano”. Él se siente muy satisfecho de haber contribuido a “hacer realidad el sueño de 208 estudiantes que, por primera vez, viven la experiencia de ser escritores en una producción literaria colectiva de doce mil ejemplares”.
Como muy bien plantea la antropóloga francesa Michèle Petit, en su libro “Leer el mundo”, el reto “es mantener viva una parte de libertad, de sueño, de algo inesperado”. En educación, no hay hecho más hermoso que asumir este gran reto. ¡Felicitaciones!