Víctor Lozada descubrió en su niñez que escribir historias era lo suyo, pero también entendió que no era suficiente para vivir. Decidió llevar más de una carrera y un posgrado, pero paralelamente continuó escribiendo. Lozada regresará a Perú en los próximos meses para alistar sus maletas e irse a vivir por 6 meses a Francia tras ser aceptado en el programa de residencia para artistas del Institut Français en la Cité Internationale Des Arts en París con el fin de presentar un proyecto literario que busca unir a la Catedral de Arequipa con la Catedral de Notre Dame. Este año publicó “Si, quédense” (Quimera Editorial) y “Piel, delirio y volcanes” (Liwru).
¿Cuál es el proyecto literario que trabajarás en París?
El proyecto es crear una novela que trate de la unión de la Catedral de Arequipa y la Catedral de Notre Dame de París (Francia). La catedral de Arequipa tiene una escultura del diablo y resulta que la Catedral de Notre Dame también tiene una conexión con el diablo. Hay una leyenda, la leyenda de Biscornet, a quien le encargaron hacer una de las puertas de la Catedral de Notre Dame y le dieron un par de semanas para realizar este trabajo. Entregó una puerta hermosísima y todos se preguntaban cómo era posible esto en tan poco tiempo. La leyenda dice que él vendió su alma al diablo para realizar esa puerta que -según cuenta- no se pudo abrir hasta que vino un sacerdote y le echó agua bendita. Cuando se inauguró la Catedral, dos semanas después muere Biscornet, entonces la gente dijo que murió porque el diablo fue a cobrar su alma. Ahí está la historia que quiero contar.
¿Sobre tu libro “Piel, delirio y volcanes”, ¿por qué casi todos los personajes principales son introspectivos?
Hay un dato adicional, que después de ser introspectivos no hacen absolutamente nada. Son epifanías inútiles, porque yo creo que la gente joven llegan a ciertas conclusiones y dicen “esto no me hace bien”, pero en la siguiente escena lo siguen haciendo, entonces estos personajes llegan a tener ciertas conclusiones que no les sirve de nada. Hay muchos relatos y novelas donde el personaje se da cuenta de lo que le hace mal y cambia su vida, y felices por siempre, pero así no funciona la vida. Estos relatos reflejan la realidad de cómo pensamos los seres humanos.
¿Cuál ha sido la inspiración en tus dos últimos libros?
Cuando regresé a Arequipa, hace 4 años, me quise conectar con la sociedad arequipeña. Conocí a muchas personas jóvenes, porque los de mi generación están muy enfocadas en cuidar a los hijos y demás asuntos, entonces quise darme el último empujón a la poca o mucha juventud que todavía me queda y escuché de dónde venían sus problemas, cómo pasaban sus fines de semana, sus relaciones o rupturas amorosas. Me contaban y yo recapitulaba todo para hacer las historias de “Piel, delirio y volcanes”, y para el otro libro (“Sí, quédense”) sí tuve que hacer más investigación histórica.
En “Sí, quédense”, en el relato Malakoff, hay una pregunta que no llega a ser respondida. Como autor, ¿qué significa ser arequipeño?
Ser arequipeño cambia en cada generación. En la época donde se desarrolla Malakoff significa ser conservador, fiel a la iglesia y leal a Manuel Ignacio de Vivanco. Siento que Arequipa ha cambiado mucho en los últimos 30 años, sin embargo creo que los arequipeños somos los únicos que levantamos la mirada, nos ponemos derechos y decimos con orgullo: Arequipa. Supongo que al leer estos dos libros las personas podrían, entre líneas, tratar de sacar esa respuesta.
¿En qué momento se desencadena tu vocación por escribir?
En el relato Sillar de “Sí, quédense” lo cuento, es un bichito que lo tengo desde niño. Pero si uno quiere ser escritor tiene que buscar otras formas de pagar la renta, en el Perú es así. En Estados Unidos, si sacas un best seller y vendes un millón de copias ya lo lograste. Siempre he escrito, siempre lo vi como algo que podría hacer los fines de semana y para serte honesto los últimos 7 u 8 años, los fines de semana los he pasado escribiendo.
¿Sentiste temor al publicar los primeros escritos?
Estoy aterrado por ambos libros, pensando que alguien me va a escribir y me va a decir algo negativo. Depende cómo lo vea cada lector después de leer estos dos libros sobre cómo es la sociedad arequipeña. Y en “Sí, quédense”, no soy historiador, pero hay datos que sí lo son, pero estoy asustado que alguien me diga que eso está mal, errado. No sé si le pasan a todos los escritores, pero hay días que escribes y los relatos fluyen, otros que los lees y crees que los textos no valen la pena de ser publicados, que son una porquería y así.
VÍCTOR LOZADA
Tiene Licenciatura en Economía Política y Psicología de la Universidad Georgetown en Washington D.C., Estados Unidos y un Master en Administración de Negocios del Instituto de Empresa (IE Business School) en Madrid, España.