La historia del diseñador Yorgo Stratouris tiene todos los ingredientes de una telenovela. Un día, a los 42 años, en su natal Grecia y al mando de un negocio familiar, decide cambiar el rumbo de su vida y luego de idas y venidas llega al Perú como destino elegido para concretar sus sueños. “Yo no estaba bien conmigo mismo, sufría de depresión, tenía todo pero eso no llenaba mi vida. En Grecia, con mi hermano, poco a poco creamos una gran empresa de venta de llantas, pero nada de eso me reconfortaba”, cuenta el hoy exitoso diseñador de ropa masculina radicado en el Perú.
¿En esos momentos de conflictos emocionales ya pensabas en ser diseñador? Allá, en mi país, mi inseguridad no me permitía tomar ni un lapicero, ni dibujar muy bien.
¿Y cómo así llegas al Perú? Siempre me gustó Latinoamérica, me llamaba mucho la atención, era uno de mis sueños aprender español. Entonces dije, voy a aprender un nuevo idioma, voy a ver a qué me dedicaré, no tenía nada claro. Pero lo que sí estaba convencido es que el Perú me atraía.
¿Llegaste con la intención de dedicarte al diseño? Ese era mi sueño, porque cuando estuve en Berlín ayudé a una amiga con sus diseños de joyas, de ropa y me quedé con ella tres meses. Cuando llego aquí, un amigo me ofrece su casa por unos días hasta que me independizo y me matriculo en una academia para aprender a hablar español. Después de un mes ingresé a un almacén de polos, donde también doblaba y compraba telas.
Te fuiste involucrando poco a poco en el negocio.
Además de trabajar en Gamarra, siempre pasaba por un tienda en Miraflores que vendía trajes para hombres, cuyo local veía un poco antiguo. Yo decía, aquí me gustaría trabajar y fue así que empecé a estudiar decoración de vitrinas en un curso. Al cabo de un tiempo pasé una entrevista para tentar un puesto en esta tienda pero no me aceptaron.
Pero insististe porque sabías que allí encontrarías el ambiente para empezar a desarrollarte.
Fui honesto, un día pasé por allí y les dije: señores, lo único que quiero es aprender, no me interesa el dinero, me pagan lo que sea, quiero aprender a trabajar todo lo relacionado a la ropa y me aceptaron. Empecé a trabajar, empecé a decorar las vitrinas, a vender telas, y empecé a hacer pañoletas en mis tiempos libres con la marca Yorgo Stratouris. Allí empezó todo. en las pañoletas de mujer, vendiendo a las chicas que conocía.
Vayamos al grano, muchos que van a tu atelier quieren un traje para lucir como Brad Pitt en una revista, ¿tú los aterrizas? La persona que se pone algo para demostrar algo, se nota, la persona que usa un traje que tiene más personalidad que él, se ve, lo sientes.
¿Se nota a leguas que no le va? Se nota, lo único que tienes que ser, es ser tú, con un polo, pero ser tú. No tratar de copiar a alguien, porque no se ve bien, porque a veces tratamos de copiar a alguien que tiene diferente personalidad, diferente color, cabello, diferente todo. Tienes que escuchar tu voz interior.
Me imagino que muchos te consultan yo quiero tal o cual modelo, tela. Yo veo no solo lo que quieres, la verdad, yo busco lo que te va a quedar.
Si es que uno insiste en algo que no te va a quedar bien, se lo dices. Lo digo de una buena manera, le enseño en el espejo cosas, y el cliente después se da cuenta que está errado.
¿Los peruanos somos atrevidos en el vestir o todavía muy tradicionales?
Por los años que vivo acá te puedo decir que existen cambios pero no son tan radicales, podemos ver cambios en edificios, pero en temas de la moda, son un poquito más lentos. Los peruanos han empezado a viajar más que antes, existe más clase media, existen personas que viajan y que ven tendencias y las toman, pero cuando llegan aquí y van a la oficina, los critican. Aún hay prejuicios.
¿Tu historia es de lucha constante, vienen nuevos retos?
Cuando haces un trabajo que te gusta y le das muchas horas de tu vida, las cosas que se vienen serán buenas. Me interesa mucho ver crecer a las personas que trabajan conmigo en mi taller, la idea es crecer con mi marca, la idea es crecer todos juntos para tener un estilo de vida que compartimos todos. Quiero tener el mejor atelier, los mejores trajes con acabados artesanales, ver que mis trajes pueden estar también en otros países, sueño con ver mi trabajo que se exporte desde el Perú para el mundo.