Una entrevista de Carlos Ricardo Lazaro / Foto: Jesús Saucedo

Con 24 años y casi dos metros de altura, Eduardo Romay vive uno de sus mejores momentos deportivos. Lamentablemente, la restricciones por la pandemia le impidieron al capitán de la selección peruana de vóley masculino celebrar su fichaje por el VC Amstetten de Austria. No obstante, sus maletas están llenas de sueños personales y colectivos, a favor siempre de que su disciplina continúe su crecimiento en nuestro país.

¿Qué sensaciones tuviste al conocer tu nuevo desafío?

Se mezclaron todo tipo de sensaciones (risas). Yo soy una montaña rusa de emociones. Al principio está la felicidad porque un buen equipo te quiere, eso es súper positivo y luego el tema de que no puedes entrenar, que jugaré en la liga más competitiva de mi carrera y finalmente el tema del viaje. Hay una serie de cosas que mantienen ocupada a mi cabeza, pero predomina lo contento que estoy por el fichaje. Creo que el nivel de competencia que voy a tener allá es el más alto en toda la historia para un jugador de la selección peruana.

También es una responsabilidad muy grande porque representas al vóley peruano...

Sí. Es una responsabilidad gigante, estresante. Más allá de ser el capitán de la selección, soy un embajador. El trabajo que siempre pensé, y que lo estoy consiguiendo, es marcar como precedente. Llevé nuestro vóley a Arabia Saudita, luego a España y ahora Austria. Quiero que la gente vea que el vóley masculino en el Perú es bueno y que sigan saliendo más chicos al exterior, que se practique más nuestro deporte porque hay un futuro. Por eso, tengo que hacer una buena campaña no solo por mí, sino por todos los que vienen atrás. Eso es lo más bonito de todo.

¿Soñaste con este presente?

Nunca soñé todo lo que estoy viviendo en este deporte. Nunca tuve expectativas muy altas con el deporte. Cuando me encontré con el vóley, a los 15 años, a una edad relativamente tarde para empezar y sin ningún contexto deportivo, se me abrió un mundo de posibilidades que fue mutando cada año. Al principio un hobby, después la ilusión porque representas a tu país y finalmente la frustración, porque ya te importa el deporte y quieres mejorar. Es una locura.

¿Cómo te estás preparando?

Mi familia sigue en cuarentena. No hemos salido para nada. Es un riesgo para nosotros y para mí, porque en 12 días viajo a Austria y si me contagio sería terrible, no podría trasladarme. He aprovechado todo este tiempo para entrenar en casa, gracias a la universidad tengo un mini gimnasio en casa (risas) y he recuperado mi mejor forma porque durante dos años jugué con una lesión en el hombro derecho. Además, recibo apoyo del fisioterapeuta y psicólogo del Instituto Peruano del Deporte (IPD), además de la comunicación con el cuerpo técnico de la selección.

¿Será Eduardo Romay renovado?

Sí. Estoy como mucha expectativa  de ver cómo va a ser mi rendimiento porque estoy en un buen momento.

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