A lo largo de su carrera, Jesús Álvarez compartió con Jorge Sampaoli, Luis Fernando Suárez, Juan Reynoso, Roberto Mosquera, Franco Navarro, Javier Torrente, Daniel Ahmed o Claudio Vivas, así que fue tomando lo mejor de cada uno para formarse en la exigente profesión de entrenador. “Voy buscando lo que me gusta, como estudioso, e hice una mezcla de todos”, comentó.

¿Cómo se dio la opción de dirigir a Bentín Tacna Heroica?

Guillermo León, CEO institucional del club, quiso ficharme en tres oportunidades. Las condiciones no estaban dadas y, lamentablemente, tuve que decirle que no. Y la última, fue el año pasado, cuando me encontraba en Tacna con mis padres. Ellos son de allá y debieron ir por un tema sensible. Yo viajé y hubo un nuevo contacto para dirigir. Por acercamiento, se dio la posibilidad, sacrificando lo familiar, pues mis hijas están en Lima.

Te despediste tras ser campeón de la Copa Perú. ¿Regresas a Lima?

Sí, el año 2024 fue complicado para conseguir el objetivo. Y no solo hablo de la organización institucional, también de lo difícil que es pasar de Copa Perú a Liga 2 y de estar alejado de la familia. Ahora, espero alternativas para competir.

¿Qué es lo más dificultoso en esta labor?

En general, la poca apertura para técnicos peruanos en el mercado. Creo que de Sudamérica, en Bolivia y Perú se abre la ventana más fácil para el extranjero. Hay muchos que recién están iniciando su carrera deportiva y aquí no se les trata igual que a los peruanos. Estoy convencido de que la capacidad del profesional no se mide por la nacionalidad, pero hay patrones, como la experiencia, que se deben respetar. Normalmente, los primeros pininos en Sudamérica son en Perú. Todos saben que aquí te abren las puertas siendo extranjero y se suma el aspecto económico: un entrenador peruano capacitado está por encima de uno que viene a probar suerte.

En tu posición de DT, ¿qué cambios observas de lo que viviste como futbolista?

El fútbol ha evolucionado mucho. Yo pasé de una metodología de preparación física, en la que cada jugador debía llenar un kilometraje semanal; a un trabajo más evolutivo, de acuerdo a características del juego en sí. Fuera de eso, la parte física siempre es muy importante, aunque se maneja de diferente manera. Las cargas que hacen mejorar al deportista cambiaron y la parte táctica creció. Y la neurociencia aplicada al deporte evolucionó. Ahora, la gente entendió que el desarrollo más importante es del jugador y la persona, hay que saber convencerlo.

Viendo la selección, la cual integraste, y lo ocurrido tras la salida de Gareca, ¿piensas que ese manejo interpersonal es importante en el jugador peruano?

El tema de los patrones condicionales de respuesta del ser humano y la reacción neuropsíquica no es inherente al peruano, sino a nivel mundial. Todos los entrenadores desarrollamos similar metodología: uno con más sal; otro, con más pimienta; uno con mayor tecnología; otro, con enfoque físico. Si todos trabajamos de la misma manera, ¿cuál es la píldora mágica? Tener los conductos interpersonales necesarios para poder llegar y convencer al futbolista. El secreto, a mi parecer, está en cómo llegar al ser humano.

En esa línea, el modelo de Juan Reynoso, quien te dirigió, no terminó de adaptarse a la inmediatez de una selección. ¿Crees que requería del día a día como en clubes y eso lo afectó?

Me parece que afectó todo. En el fútbol de alta competencia, la gente no te mide por lo que haces, sino por resultados. Es una parte innegable y la mayoría no comprende que hay un proceso. Yo tuve la posibilidad de estar con Juan en sus inicios y entiendo que el día a día hace que pueda desarrollar y manejar una metodología de mejora al jugador, por el trabajo constante, pero respecto a una selección, los tiempos y momentos son totalmente distintos. Tal vez, por ser su primera experiencia, pensó en tener un margen de error, tomando el tiempo que estipulaba su contrato. Sin embargo, sea por presión mediática o resultados, esto último determina la continuidad de cualquier proyecto deportivo. A la vista de eso, otro argumento carece de valor. El balance es frío: tuviste seis partidos y sumaste uno, no hay mucho drama. Los resultados son los que mantienen o sacan a un técnico.

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