Antes de la pandemia de la COVID-19 era un nido de niños y desde junio de 2020 se acondicionó el local para que entre en funcionamiento la olla común Virgen de la Candelaria, donde se alimentan más de 130 personas de la zona alta media del distrito de Cayma.
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Dolores Cueva, presidenta de la olla común, señaló que durante casi un año y medio han esquivado las dificultades que se presentaron al momento de conseguir víveres y preparar los alimentos.
El municipio de Cayma y la Fundación Betty Linares son quienes apoyan con el suministro de alverjas, avena, aceite, fideos, arroz y verduras, pero no cubre el mes.
“Aquellos que están en las posibilidades de pagar 2 soles el plato de comida logramos juntar un pequeño capital de dinero que es invertido en el mercado. Sin embargo, la gran mayoría no paga”, afirmó.
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Como es el caso de una pareja de ancianos, Valeriano Calla Olloquipa (82) y Juana Calla Supacayo (70). “Su hija falleció y la nieta vendió el terrenito que tenían. Ellos viven alquilados, pero la señora Juana no tiene DNI y donde nació (Cusco) no existe la partida de nacimiento. Un día se enfermó y no podía ir al hospital porque no tenía SIS (Seguro Integra de Salud). Pido ayuda para ellos”, apuntó.
DESEMPLEADA. Vicentina Huamán es tesorera de la olla común, la encargada de conseguir los víveres, la leña y de preparar los alimentos.
“Estoy desempleada, en la olla común puedo asegurar la comida para mis hijos, pero también tengo que conseguir dinero para pagar servicios de la casa”, señaló.