La ceramista sostiene que cada creación tiene algo del artesano, listo para transmitir. Foto: GEC
La ceramista sostiene que cada creación tiene algo del artesano, listo para transmitir. Foto: GEC

La cerámica, más que un oficio, es un medio de conexión con la historia y la identidad cultural. Así lo afirma Mar Ochoa, ceramista de Santa Fe, Argentina, quien forma parte del Taller de La Guardia, un espacio con 65 años de trayectoria en la formación de artesanos ceramistas.

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Desde Arequipa, Ochoa participa en talleres realizados en el Museo Qolqaq Yachainyn, en pleno Centro Histórico, donde promueve la recuperación de la cerámica precolombina y la cerámica sonora del Perú.

“El objetivo es reanimar la memoria de las culturas ancestrales del Perú, vinculando territorios a través de la arcilla y las piezas arqueológicas que existen en cada sitio”, explica.

ACTIVIDADES

Uno de los principales atractivos de estos talleres es su carácter inclusivo, ya que no se requiere experiencia previa, solo el deseo de conectarse con la arcilla y desarrollar capacidades expresivas.

“Cada pieza depende de la creatividad y la experiencia, pero lo más importante es la conexión con el material y el proceso”, señala la ceramista.

Además de ser un arte, la cerámica puede convertirse en una terapia, un hobby o incluso una fuente de trabajo, del cual se puede vivir.

“Gracias a la arcilla, vuelo. Es un saber disponible para todos y hace bien al corazón y al espíritu, especialmente en estos tiempos dominados por la tecnología y la información virtual”, reflexiona Ochoa.

OFICIO CON TRADICIÓN

El Taller de La Guardia en Argentina ha formado a cientos de artesanos a lo largo de su historia, muchos de los cuales han encontrado en la cerámica su vocación.

En Arequipa, la iniciativa busca generar el mismo impacto, atrayendo a jóvenes y adultos de diversas nacionalidades interesados en aprender esta técnica milenaria.

Desde pequeñas vasijas hasta piezas monumentales de hasta 50 litros, la cerámica sigue siendo una manifestación artística y funcional que, con el tiempo, se reinventa sin perder su esencia.

En cada pieza moldeada, se encuentra un pedazo de historia, listo para ser descubierto. La artesana considera que con cada creación se transmite sentimientos distintos que pueden ser apreciados por los compradores y quienes admiran este arte.

“Es ponerle sentimiento a todo lo que hacemos, para esto creamos estas piezas”, señaló la artesana.

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