Erick Strada es un artista polifacético que se está abriendo paso en poesía y en la música. En esta entrevista nos hace conocer un poco sobre esta pasión que lo mueve y que le viene de familia.
¿Cómo nace tu experiencia con el arte? Creo que cualquier tipo de arte es el resultado de un diálogo con nuestros vacíos y dolores; también una curiosidad extrema por redescubrir y redefinir el mundo. Siempre me ha gustado crear cosas. Pude explorar la poesía en la adolescencia y, por suerte, mantener ese gusto. Descubrí la creación musical un poco más tarde, relativamente hace muy poco.
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¿Cuáles son los temas que más te atraen al momento de componer un poema? Muchas veces es el mismo poema el que dirige a quién lo escribe y, en mi caso, soy una maquinaria al servicio de las palabras.
Has sacado un nuevo tema musical, cuéntanos sobre su proceso creativo. Sí, es un tema llamado “Al Final”, y cuanta con la voz de mi hermana Yasmine. Los singles dan mucha libertad de creatividad y tiempo entre cada canción. La facilidad con la que se consume música en el siglo XXI, ha relegado un poco esa magia de escuchar todo un disco completo casi obligatoriamente. Ahora es como la comida rápida, se necesita al instante y según lo que se nos antoje; la queremos en el momento preciso. Eso ha cambiado muchos paradigmas y ha extendido los límites a la hora de componer; puedo explorar más de un solo estilo, distinto a si tuviera que hacer un álbum entero de forma tradicional. El último tema tiene mucha influencia de los años 90 y 80. El proceso de creación y producción son mayormente virtuales, en la PC, con paciencia y algo de obsesión. Yo creo más en el aprendizaje y la experimentación. Las facilidades de un estudio en casa son fascinantes.
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¿Con tu hermana tienen algún proyecto más a futuro? Tenemos pensado concretar más temas y, principalmente, afinar el sonido para las presentaciones en vivo. A pesar que crecimos con la música naturalmente enraizada en nuestras vidas por nuestro padre, Edilberto Estrada, voz integrante del icónico conjunto de folklore “Juventud Coaza”, nuestros acercamientos a la música han sido casuales. Sin embargo, esa pequeña semilla está ahí en nuestras venas, y aquí estamos, poniendo una ramita en el gran árbol artístico de la familia.
¿Cuáles son los retos que como artista has tenido que afrontar? Lo digital ha facilitado mucho todo para las personas con alguna discapacidad física, como yo. Fuera de eso, el tipo de música que hago quizás no es la más popular, pero siempre existe un afortunado grupo de público que está dispuesto a descubrir que hay un mundo casi infinito en lo musical. Tal vez existan ciertas dificultades físicas cuando podamos llevar al público conciertos de manera presencial. Por ejemplo, Arequipa es una ciudad tradicional, con casonas muy hermosas y todo, pero mi silla de ruedas no piensa lo mismo.
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¿Cuáles son tus próximos proyectos? Estamos esperando que los virus dejen de surfear allá afuera, para empezar a llevar conciertos al mundo real, mientras continuamos publicando poco a poco y creando nuevos temas. Pueden buscarme en Spotify y todas las redes como “The Strada”; desde ahí continúo sembrando camino y corazón, porque la música es, en esencia, vida.