Arequipa, conocida por sus imponentes paisajes y su rica herencia cultural, no solo cautiva con sus vistas, sino también con su exquisita variedad de postres tradicionales que aderezan los días de Semana Santa. Desde buñuelos hasta zango, pasando por el dulce de zapallo y el emblemático membrillo al horno, la ciudad se viste de dulzura para celebrar estas fechas.
Sin embargo, detrás de cada bocado se esconde una historia de esfuerzo y dedicación. Victoria Anco Paz, una ciudadana Arequipeña de 61 años, propietaria del restaurante “Victoria - Tradición”, ubicado en Yanahuara, nos sumerge en el mundo de la repostería arequipeña con sus 43 años de experiencia, no solo sirve delicias culinarias, sino que también teje los hilos de la historia, tradición y pasión por preservar estas recetas ancestrales que se manifiesta en cada plato que sirve.
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Durante Semana Santa, Arequipa se convierte en un festín de sabores. Son 7 postres que se preparan con esmero como el zango, buñuelos, picarones, pastel de choclo, compota de durazno, dulce de camote, dulce de zapallo, mazamorra morada, arroz con leche, membrillo al horno y más.
Entre los manjares más destacados, son los picarones y los buñuelos ocupan un lugar privilegiado en el corazón de los comensales. Con ingredientes simples, pero exquisitamente combinados, Victoria nos revela los secretos de su elaboración, transmitiendo el legado de generación en generación.
“Los Picarones son a base de camote, zapallo y harina de trigo, los buñuelos ingueños están hechos a base de harina de maíz, leche y huevos, la diferencia que se puede encontrar es que la masa del buñuelo es blanca y de los picarones amarillos” dijo Victoria.
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Por otro lado, también tenemos el membrillo al horno, símbolo indiscutible de la Semana Santa arequipeña, encarna la esencia misma de la tradición culinaria local. Su preparación meticulosa, que involucra la magia de los ingredientes como la miel de higo y la leche condensada, resalta la conexión profunda entre la cocina y la identidad cultural.
Para Victoria, elaborar estos postres no es solo un oficio, es un viaje nostálgico a su infancia, donde el amor por la cocina se sembró desde temprana edad. Comenzó a trabajar desde los 14 años en restaurantes y desde entonces, los dulces han sido sus favoritos. Ella enfatiza que el ingrediente principal para que estos manjares brillen es el amor, un sentimiento que impregna cada receta con un sabor único y auténtico.
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Sin embargo, el futuro de estas tradiciones pende de un hilo, ya que Victoria lamenta la pérdida gradual de estas tradiciones con el paso de los años, por lo que pide que las autoridades y los institutos promover la preservación de estas costumbres arraigadas en la historia y la identidad de Arequipa.
En un mundo que cambia rápidamente, mantener vivas nuestras raíces se convierte un poco difícil, por lo que se debe mantener viva la llama de tradición en cada bocado.