Si busca salir de la rutina y conectarse con la naturaleza, la catarata de Sipia y el valle de Quechualla son los destinos turísticos que le encantará visitar en la provincia de La Unión, Cotahuasi. Luego de 8 a 9 horas de viaje de Arequipa a Cotahuasi, solo necesita viajar en el bus por 40 minutos más para llegar a la catarata de Sipia. El agua que baja del nevado Coropuna forma el río Cotahuasi y su nombre Sipia proviene del verbo quechua matar, pero en el tiempo pasado sería Sipia o Sipía.
El guía local, Robert Sierra Parihuana, contó que lleva este nombre por lo peligroso de la catarata, pues todo ser viviente que pueda ser arrastrado por el caudaloso río, al llegar a la catarata, tendría una muerte segura. La caída de agua de, aproximadamente, 300 metros de altura tiene 3 caídas y el sonido puede ser tenebroso, pero a la vez relajante.
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Los pobladores están decididos a promocionarlo como un destino turístico, por ello hicieron un pequeño mirador, pero el gerente regional de Comercio Exterior y Turismo, informó que existe un plan turístico que el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo elaboró a fines del 2018 con 500 mil soles, pero debido a la pandemia, este no se ejecutó.
El objetivo es reactivar y dejar encaminado el proyecto y ello implica mejorará la carretera que se encuentra en trocha, optimizar la señalización, la instalación de miradores, paraderos, acondicionamiento de servicios, entre otros, junto a la Reserva Paisajistica de Cotahuasi. La recomendación es viajar a partir de mayo, porque luego de las lluvias el paisaje es acogedor y el caudal del río reduce.
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Quechualla es otro destino que no puede dejar de visitar, porque es un valle acogedor dónde el vino es el producto bandera. Está a una hora y 30 minutos de la catarata Sipia. Son cerca de 30 las familias que residen en este valle, pero se caracterizan por ser querendones y serviciales. En nuestra visita mostraron el proceso de la elaboración del vino dulce, seco y semiseco.
Luego de la cosecha en febrero, la uva es expuesta por 5 días al sol para que refuerce su dulzura. Seguidamente, se hace el pisado o vendimia, pues es la forma artesanal de extraer el jugo para luego trasladar a las tinajas para su maceración por al menos 45 días en las bodegas. La Patrona, como le dicen a la dueña, señaló que la falta de jóvenes es un inconveniente, por lo que practican el ayni. La participación de la reina de la vendimia, Pamela Quispe, es una estrategia, porque se entiende que la señorita coquetea con los jóvenes para que pisen el vino.
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El extracto de la uva se queda en las tinajas fabricadas hace 200 años, y estás son apreciadas y cuidadas celosamente, porque son chombas de diferentes tamaños que ahora ya no se elaboran. Algunas vasijas, como las de Ricardo Llerena, tienen figuras del rostro humano. Para heredarlas de generación en generación las refuerzan con alambres o cintas de cuero, considerando que con la maceración al interior de la fuente existe una presión que podría reventar.
Faustino Candia, recuerda que hace años en los carnavales los pobladores tomaban el vino como si fuera refresco en jarras, luego de un encuentro en las pequeñas calles del distrito, pues la producción del vino solo era para el consumo local, considerando que no había carretera para trasladar.
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El presidente de la Asociación de Productores de Vino de Quechualla, Ciro Cervantes, señaló que se organizaron para recuperar esta tradición, pues hace 5 años que intentan frenar la plaga de filoxera, pero la afectación llegó al 80% de las 40 hectáreas que tienen. Ahora esperan renovar los plantones con el apoyo de la Gerencia Regional de Agricultura, cuyo presupuesto aprobado es de 2 millones 900 mil soles.