Con más de 240 restauraciones y conservaciones en su haber, el arquitecto William Palomino Bellido es un referente en la preservación del patrimonio histórico de Arequipa. Desde su inicio en el antiguo Instituto de Cultura en 1997, Palomino ha trabajado incansablemente para proteger y restaurar algunos de los edificios y monumentos más emblemáticos de la Ciudad Blanca.
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Egresado de la Universidad Nacional de San Agustín y con maestría en restauración de patrimonios arquitectónicos y urbanísticos en la Universidad Alcalá en España, formó parte del proyecto de rehabilitación del Centro Histórico en el 2000, que trajo consigo el 2 de diciembre del 2000 el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, distinción que le fue otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
PROYECTOS EN LA HISTORIA
Entre sus proyectos iniciales, destaca ser parte del equipo de supervisión en la restauración del valle de los templos del valle del Colca antes del terremoto, como Maca, templo de Lari, Madrigal, Achoma, Chivay y Coporaque.
Después de la declaración de Patrimonio de la Humanidad, estuvo en el monitoreo de la Catedral de Arequipa, restauración y puesta en valor de los tambos de La Cabezona, Bronce, Matadero, casa Cornejo (sede de los exalumnos del colegio Independencia), puesta en valor de la iglesia de Sagrados Corazones, restauración y mantenimiento del puente Bolognesi en una etapa preliminar.
Además, formó parte de la intervención en la cúpula de la iglesia de San Ignacio de la Compañía de Jesús; intervención y rehabilitación de algunas calles, por ejemplo Tacna, Toledo, Cerrito San Jacinto en Yanahuara; mejoramiento de fachadas, restauración en el Banco Continental, Hosteria, entre otros proyectos privados y en casonas en el centro de la ciudad.
Para Palomino, la conservación es fundamental a fin de mantener la autenticidad de los monumentos históricos, es decir, hacer lo mínimo a fin de mantener su originalidad. Alegó que el Centro Histórico se ha convertido en un pilar importante porque los turistas que llegan a la ciudad, encuentran autenticidad.
“No es que se vuelva nuevo, es más bien hacer que las cosas estén estables, que se miren viejas, con su deterioro y eso implica mucho esfuerzo. Los edificios más consumidos son los que tienen el paso del tiempo. “Se trata de mantener la esencia del edificio, su historia y su valor patrimonial (...) La autenticidad es lo que hace que un lugar sea único y atractivo”, expresó.
Asimismo, un patrimonio al conservar su originalidad genera también dinamismo económico para los arequipeños.
EN LA ACTUALIDAD
Palomino se encuentra en la etapa final de su carrera, pero sigue trabajando con la misma pasión y dedicación que siempre. Su legado como guardián de la historia y la autenticidad de Arequipa es innegable, y aseguró que continuará en este proceso de la conservación.
TRABAJO
Fuera de la ciudad de Arequipa, participó en la restauración de la plaza de Tomepampa, arco de iglesia, entre otros. “El beneficio del patrimonio se sitúa en la admiración de las personas. Su valor es la plusvalía que genera la antigüedad y autenticidad, por eso es mejor conservar por sus elementos”, rescata Palomino.