La siega es una actividad agrícola que consiste en cortar el cereal maduro. Precisamente, en el distrito jaujino de Huaripampa, la comunidad campesina se organizó en cuatro cuarteles y, desde temprano, se trasladaron desde la ciudad hasta el campo para segar avena, cebada y trigo.
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En el Día del Campesino, decenas de hombres del campo, cortaron cerca de mil metros cuadrados del grano, en el terreno de la familia Sobero, a unas cuadras de la plaza hacia occidente. Lo hicieron en menos de una hora, “más rápido que una segadora”, como dijo alguien entre los presentes.
Sobre la práctica, se trató de un concurso que dejó a los más ancianos rezagados; a pesar de eso todos cumplieron con sus parcelas, hasta trasladar sobre las espaldas la prolífica cosecha. El destino final de este cultivo terminó en una losa deportiva, para cumplir la etapa de separación del grano con sus tallos y filamentos ásperos.
Atuendo auténtico
Para este propósito, los agricultores se vistieron con indumentaria colorida, compuesta de delantal, pañoleta, soga, sombrero y zapatos de cuero de vacuno u ovino. A su vez, llevaron una hoz y algunos una cantimplora para evitar la deshidratación.
Eso sí, para amenizar y resistir la jornada, se proveyeron de cigarro, coca, chicha de varias semillas y un refrigerio compuesto de cancha, papa y queso.
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Durante la siega, los participantes recibían vasos con chicha y alcohol para el “valor” del caso. Siempre acompañados con una música que provenía de un tambor y una quena.
El itinerario agrario cumplió con un buen desayuno con chupe verde, ceremonia cívica en la plaza principal, desplazamiento a la chacra, mishquipada, hidratación y merienda, segado y traslado.
Participaron de esta actividad la comunidad campesina local, autoridades políticas, juez de paz y población en general. Todos, comprometidos con este ritual agrario que recuerda al campesino del Perú y el valle del Mantaro.
