Aquí los antiguos pobladores dejaron sus huellas
Aquí los antiguos pobladores dejaron sus huellas

En una colina empinada, a 4000 metros de altitud, se encuentra uno de los murales rupestres más antiguos de los Andes centrales. Está en los abrigos rocosos del cerro Ccocco, en lo más alto de la cumbre.

Con exactitud, se ubica en el centro poblado de Tongos, perteneciente al distrito de Pazos, provincia de Tayacaja, a poco más de una hora de viaje en carro de Huancayo, rumbo al sur.

Desde la plaza hasta el punto hay una hora de camino. Es extenuante pero eso se compensa con lo que los ojos observan en el trayecto: vestigios antiguos y una geografía escabrosa que se fusiona con el agro y la vegetación originaria.

Pazos: pintura rupestre de cacería
Pazos: pintura rupestre de cacería

La comunidad local, ha tenido la conveniente idea de habilitar un sendero debidamente señalizado, además de asentar estaciones de descanso con bancas, sombrillas y chozas.

En el recorrido también se puede apreciar guaridas ceremoniales, restos óseos de los antiguos, rocas con formas humanoides y de animales, entre otros deleites ópticos. El plato de fondo son las pinturas rupestres, trazadas con tinta roja y con figuras de cacería.

“Los huesos encontrados son diferentes a los nuestros, los hemos comparado con los actuales y resultan ser más grandes… Las rocas del cerro tienen formas de Cristo, hombres barbudos, caracoles, cuyes, tortugas… Las pinturas rupestres son parte de nuestro patrimonio que cuidamos como tesoro… “, refiere el acalde del centro poblado Ángel Torres.

Pinturas

Casi en la cima, unas colosales rocas inclinadas han servido de pizarras para que los primeros habitantes de la zona impregnen sus vivencias especialmente relacionadas con la caza.

En las paredes yacen dibujos con hombres cazando animales que podrían ser venados o auquénidos. Lo reprochable es que sobre los trazos primigenios, manos inescrupulosas han esbozado inscripciones y dibujos modernos, maltratando cientos de años de historia.

Leyenda

Según la leyenda local, los antepasados tuvieron que refugiarse en las cavernas de las laderas, huyendo del calor que era causado por dos estrellas que dominaban el firmamento. El ambiente abrasador los confinó en los refugios naturales, debajo de las descomunales rocas, donde finalmente murieron; de ahí que sus restos óseos estén en la zona.

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