Willkaymarca o lugar sagrado es un sitio arqueológico ubicado en la cima de una colina perteneciente al distrito de Pilchaca, en la provincia y región de Huancavelica, a menos de una hora y media al sur de Huancayo.
Se trata de un complejo, o más propiamente un monumento arqueológico, declarado Patrimonio Cultural con Resolución Viceministerial 209 a cargo del Ministerio de Cultura, como consecuencia de su florecimiento entre 600 años después de Cristo hasta la caída de los incas.

El asentamiento posee varias hectáreas de superficie cuya geografía, a pesar de estar en una loma, permite una estancia confortable, propicia para desarrollar infraestructura para diferentes actividades como las relacionadas con la religiosidad andina.
El establecimiento posee múltiples plataformas tipo andenes que, al parecer, cumplían la función de contener las estructuras que estaban levantadas de manera escalonada en las faldas del cerro.

No todo es ladera, existen varias canchas o espacios amplios que al parecer fueron construidos para actividades religiosas. Al respecto, en la parte alta existe una “piedra wanka” emplazada en un “patio”, lo que delata el espíritu mágico de los habitantes prehispánicos de esta zona.
Julio Bendezú Pérez, consultor histórico, destaca que los pobladores de Willkaymarca tenían una dedicación especial con el culto religioso, según deduce de las piedras sagradas en forma de obelisco que se encuentran en el sitio.

Refacción
Aquí, hace unos años y con la anuencia del Ministerio de Cultura, se desarrollaron tareas de mantenimiento y “reconstrucción” de algunos espacios, actividad que trató de rescatar el mapa arqueológico del pasado, por lo que los cercos y muros relevantados con piedra delatan actualidad.
Sin embargo, a juicio de Bendezú Pérez, los técnicos tratan de revivir la disposición física original, a pesar de que aparenten cambios radicales.
Por más esfuerzos que hayan para rescatar y poner en valor este monumento, casi no quedan edificaciones habitacionales en pie, salvo los cercos que orientan los senderos, algunas paredes reconstruidas con sus hornacinas y piedras enormes consideradas sagradas.
Lo que llama la atención en este asiento es el hallazgo de osamentas aparentemente humanas, ubicadas en huecos o hendiduras que hay debajo de rocas o hechas deliberadamente. “Es posible que aquí enterraban a sus mallquis. Como en otros lugares, los vivos ‘convivían’ con los muertos”, refiere Bendezú.
Batanes
Otro hallazgo importante es la proliferación de batanes o morteros parcialmente conservados y esparcidos por todos los rincones del recinto. Esto denota un trabajo de molienda intenso que hacían los habitantes de la zona, para lo cual utilizaban hierbas aromáticas de la zona.
Según algunos especialistas, el uso de vegetales molidos, granos u otros alimentos era por dos razones: para los rituales o para una importante demanda gastronómica.
Los morteros y batanes encontrados son de diferentes tamaños, la mayoría está partido y sin uña o mano (piedra de menor tamaño que sirve para moler). Esto es una característica inconfundible de poblaciones antiguas.




