Un padre siempre está dispuesto a dar la vida por su hijo o hijos, pero hay otros que, sin importarles que no sean de su misma sangre, lo hacen en cualquier momento.
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Diario Correo conversó, en la víspera del Día del Padre, con Carlos Nureña Lingán, un bombero de la Compañía Salvadora Trujillo N.°26, quien no duda y acude a cada emergencia pensando en su prójimo y seguro de que en cualquier momento alguna otra persona podría hacer lo mismo por uno de sus cuatro hijos.
¿Mañana tendrá la oportunidad de celebrar el Día del Padre o estará de servicio?
Estaré en mi compañía desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche, prácticamente todo el día. Para nosotros no existen los feriados, estamos operativos los 365 días del año. He tenido varias oportunidades de atender emergencia estando de civil. Yo siempre llevo conmigo las herramientas de trabajo, es como un policía o un doctor. Siempre tenemos que andar con todos nuestros implementos.
¿Qué recuerdos de su padre?
Es complicado. Me tocó estar con mi padre en sus últimos cuatro días de vida en el Hospital de Alta Complejidad, estaba internado por Covid-19. Ingresó el 3 de mayo del 2021. En ese momento tú no piensas en que te vas a contagiar, no entras en razón. Fue complicado porque normalmente una persona fallece y le hacen su velatorio, pero no pudimos hacer eso. El 8 de mayo, los de la funeraria vinieron a la casa y no bajaron el cajón, todo fue muy rápido y definitivamente, fue muy difícil.
Siempre se dice que hay que saber aprovechar cada momento con algún ser querido, lamentablemente la tragedia llegó a su hogar.
No he tenido la oportunidad de estar muy cerca de él, porque creo que de muchacho uno se equivoca. A veces discutía con mi papá, pero el amor siempre ha estado ahí. Esos cuatro días que estuve con él, creo que recuperamos el tiempo perdido. Creo que valió la pena haber estado con él, devolviendo lo que él hizo por mí.
Pero siempre se dice que cuando alguien se convierte en padre recién entiendo al suyo.
Sí, ahora yo lo vivo con mis hijas y con mi hijo pequeño, cualquier cosa se remonta a tu papá, a lo que has pasado y que ya no quieres que vuelva a ocurrir.
¿Cómo se llamaba él?
Mi papá se llamaba Wigberto Francisco Nureña León, ha sido contador y recuerdo que él, ya siendo un hombre muy mayor, a escondidas de todos nosotros, se graduó de abogado. Escuchando la radio, uno de mis hermanos se enteró que mi viejo había ingresado a la facultad de derecho en la Universidad Nacional de Trujillo. Fue un orgullo más para todos nosotros, nos demostró que nunca es tarde para seguir estudiando.
¿Qué le inspira en cada emergencia?
A mi papá y mamá nunca les ha gustado que yo sea bombero porque temían que me fuera a pasar algo. Pero mi mentalidad siempre ha sido que si yo hacía algo con los bomberos, algún día creo que alguien haría lo mismo por mis hijas. Los bomberos siempre vamos decididos a salvar vidas y al rato que estás en la emergencia se te vienen tus hijos a la mente.
¿Está convencido de que en algún momento alguien más podría hacer lo mismo que usted: salvar a sus hijos o algún familiar?
Exacto. Creo que en la vida todo es prestado; lo que tú siembras, cosechas. Yo espero que nunca ocurra, pero si algún día le pasara algo a mi familia, espero que lleguen buenas personas y hagan lo mismo.
¿Qué mensaje le daría a aquellas personas que tienen la oportunidad de estar con sus padres?
Que aprovechen cada momento.
Carlos Nureña(45 años): Empezó como bombero en el 2013, sus compañeros le dicen “El Viejo” y también es bombero aeronáutico desde 2018.