El periodista trujillano revela la vida política, empresarial, familiar y privada del candidato a la presidencia por Alianza para el Progreso.
El periodista trujillano revela la vida política, empresarial, familiar y privada del candidato a la presidencia por Alianza para el Progreso.

Christopher Acosta ha escrito “Plata como cancha”, un libro que en 165 páginas desenmaraña la vida de uno de los gobernantes más polémicos que ha tenido Trujillo. Con una narrativa sencilla, te introduce hasta en los más estrambóticos placeres de este personaje que siempre se ha jactado de tener amigos y poder como cancha. También te conduce hacia la salita del SIN de Vladimiro Montesinos y te lleva hasta Ayaque, ese humilde caserío de Tacabamba donde nació y firmó un “pacto de sangre” con 22 parlamentarios suyos, entre ellos Omar Chehade y Carmen Omonte. Como dice el mismo autor, “Plata como cancha” “no es una biografía autorizada”, pero sí habla como cancha de la vida del fundador y líder de (APP).

¿Qué es lo que realmente te empuja a escribir “Plata como cancha”?

Desde hace varios años tenía en mente que en algún momento tenía que escribir un libro sobre César Acuña, pero digamos que ha sido un interés creciente que se inicia en Trujillo durante mis primeras experiencias periodísticas. En esa época tuve la ‘oportunidad’ de gozar a un Acuña alcalde y ese contacto directo con el personaje primerizo es lo que marca mi interés por seguir su ascenso político, económico.

¿Pero hay un hecho especial que marca este deseo?

Son un conjunto de hechos. La primera investigación que hice sobre la gestión municipal de Acuña fueron las subvenciones sociales, esos cheques que se distribuían con fines políticos. A raíz de este tema se me abre una serie de oportunidades laborales en cuanto a fuentes que se me acercaban con información, con datos, con documentos. Durante mi trayectoria como periodista he publicado informes de diferentes políticos, pero algo que no hice fue dejar de seguirle la pista a César Acuña porque en cada uno de los artículos que yo publicaba sobre él, siempre había remanentes, documentos que no alcanzaban a entrar en las notas que yo escribía. Toda esa construcción de fuentes de por lo menos diez años ha sido muy importante para poder escribir el libro.

Construyes el libro con base a investigaciones fiscales, informes del Congreso, resoluciones judiciales. ¿Cuántas investigaciones o procesos crees que tiene Acuña?

No me atrevería a dar un número exacto porque esa información se actualiza constantemente en el Ministerio Público y el Poder Judicial, pero lo que sí te puedo decir con seguridad es que César Acuña ha sido denunciado por lo menos por una veintena de delitos.

En la primera parte del libro revelas que Acuña gana S/4,5 millones al mes, “el equivalente a 161 sueldos mínimos mensuales”. ¿Cuánta plata crees que tiene?

Creo que ni él mismo lo sabe. Solo la Universidad César Vallejo tiene activos valorizados en S/ 1,500 millones. Es capaz de comprarse un terno de 39 mil dólares, un reloj de 14 mil euros, o contratar al mismo abogado de Messi.

¿El hecho de haber llevado a sus congresistas a “firmar un pacto de sangre” en su tierra natal desnuda esa necesidad que él tiene de mitificar su vida?

Él es un personaje que está en búsqueda constante de reconocimiento. Está próximo a cumplir 70 años y él no cree que merece ser presidente de la República, sino que el Perú merece un presidente como él.

Contrariamente a lo que siempre ha dicho César Acuña, que proviene de una familia extremadamente pobre, en el libro cuentas que su padre (Héctor Acuña Cabrera) fue un hombre “con especial talento para los negocios, emprendedor y arriesgado”. ¿Por qué entonces piensas que Acuña ha intentado vender siempre la imagen de ser un ‘provinciano’ que se hizo de abajo?

Acuña ha fabricado un personaje político y para esa fabricación ha recurrido a artificios. Su padre fue un gran comerciante y la gente del pueblo lo identificaba como una familia por sobre el estándar económico de la ciudad. Hay una narrativa de él para vendernos el lema educación vence pobreza, pero el libro termina de desmitificar ese origen y lo muestra, más bien, como una persona que seguro ha tenido un origen humilde, pero no a un nivel de pobreza extrema como nos ha vendido constantemente a los periodistas del país.

En otra parte del libro hablas de esta “leyenda negra” que pesa sobre César Acuña y la presunta violación sexual que cometió contra una estudiante de 16 años de la academia Ingeniería, entonces de su propiedad. ¿Consideras que fue su dinero el que terminó callando este supuesto delito?

Lo que pasó solo lo saben esas dos personas, tanto Acuña como la mujer. Lo que sí ocurrió es que según el mismo abogado de César Acuña, Mario Deza, sí hubo una denuncia por violación en una comisaría de Trujillo. También es cierto que Acuña no abandona económicamente a la señora ni al hijo, quien fallece en un lamentable accidente en La Libertad.

Cuando comienzas a saber más de la vida íntima de César Acuña, ¿qué es lo que más te sorprende? ¿Sus rencillas familiares?, ¿las denuncias de sus exparejas?, ¿ser vecino de estrellas del Real Madrid como Sergio Ramos?

Una de las cosas que más me sorprende es que uno parte de la idea de que Acuña es un hombre rico, pero uno nunca se imagina cuánto. Solo leyendo el libro la gente va a entender que la idea que tiene de la fortuna de él queda absolutamente reducida. Acuña es multimillonario.

¿Consideras que es el hombre más rico del Perú?

No sé si el más rico, pero sí está entre los diez más ricos. Como cuento en el libro, uno de sus sueños fue poner un banco.

¿Es Acuña una máquina de hacer dinero?

Sí. La consolidación de la César Vallejo como universidad nacional se debe también a la falta de supervisión que había en el Estado para la educación privada. Otro factor clave para entender el despegue y consolidación de la UCV son las facilidades tributarias que brindó el país a la inversión privada en educación.

¿Es también una máquina de poder?

Es la cara amable, pública de una maquinaria política y económica muy importante en el país. Esa es otra de las cosas que me anima a desentrañar cómo funciona no solo él como persona, sino todo lo que significa él como parte de un sistema que está integrado por la fortuna, por la universidad, por el partido (APP), por la familia.

Creo que Acuña no va a descansar sino hasta ser presidente de la República. Por todo lo que sabes de él, ¿piensas lo mismo?

Él está dispuesto a ser presidente cueste lo que le cueste; sin embargo, fuentes de su partido me han asegurado de que este es su último intento para llegar a Palacio de Gobierno y que el próximo candidato será [su hijo] Richard Acuña.

En el libro mencionas también a Rigoberta Menchú, Nobel de la Paz en 1992. Sin embargo, no es la única Nobel que Acuña ha ido sumando a su círculo más íntimo a través de su universidad?

Yo no sé si ellos son conscientes del uso político y académico que intenta Acuña con sus presentaciones en su universidad. Creo, más bien, que tiene una curiosa obsesión por rodearse de premios nóbeles. En el libro también narro el encuentro que tuvo con Mario Vargas Llosa. Logra que el Nobel lo arrope, lo acepte en este círculo internacional de académicos y empresarios, porque si algo quiere él, es prestigio. Sin embargo, ese deseo de prestigio, de querer ser lo ha metido también en problemas. Él ha frabricado un historial académico que difícilmente ha podido sustentar.

¿El caso del profesor Otoniel Alvarado, cuyo libro es presuntamente plagiado por César Acuña, es un ejemplo contundente de cómo Acuña soluciona con su dinero los temas legales?

El libro sí tiene un hilo conductor, es el patrón de conducta que tiene César Acuña respecto a las personas que ha agraviado en su vida. Él recurre constantemente a estos acuerdos [legales] con severas cláusulas de confidencialidad con las cuales termina silenciando a sus agraviados. Hablamos de millonarias compensaciones económicas.

Acuña ha dicho últimamente que la caída de Alberto Fujimori fue por él. En tu libro, sin embargo, relatas los encuentros que él habría tenido en la salita del SIN?

Sí, lo que he documentado es que existen tres testimonios, de tres personas diferentes, que aseguran que Acuña visitaba el SIN. Una de ellas, por supuesto la más conocida, es Matilde Pinchi Pinchi, pero hay otros dos secretarios de Montesinos que están absolutamente seguros de que Acuña visitaba el SIN en épocas en las que Vladimiero se dedicaba a comprar congresistas tránsfugas.

Narras también esa parte en la que Acuña aplaude a Fujimori en el Congreso mientras el resto de parlamentarios abandonaba la sede del Legislativo?

Esa es una imagen elocuente. Él es uno de los cinco o seis congresistas que desoyendo el acuerdo de la oposición, el 28 de julio del 2000, se queda a escuchar a Fujimori, que claramente iniciaba un ilegítimo tercer mandato.

¿Te ha quedado algún dato en el tintero?

Creo que está todo claro. Más bien, invito a César Acuña a leer el libro.

¿Has recibido amenazas?

Sé por buena fuente que hay por lo menos un par de cartas notariales próximas a llegar a la editorial con las cuales el señor Acuña seguramente va a quejar. Pero son temas que seguro responderemos cuando lleguen.