Desde el otro margen, de Pedro Briceño Rojas

En el poemario “Desde el otro margen”, el escritor trujillano Pedro Briceño Rojas ha poblado un espacio de seres inhóspitos y extraños, y ha creado una atmósfera de incertidumbres en el que mujeres desnudas levantan casas en desiertos desolados y madres lejanas leen los misterios del mundo en las líneas cansadas de las manos.

Pedro Briceño sitúa al ser humano en medio de la nada y poco a poco lo vivifica con la esperanza de encontrar un ‘algo’ que, lejos de revelarle su destino, le pondrá fin a su agotadora travesía. El camino no será fácil; el mismo poeta nos advierte que “al principio era la nada y con ella vino la oscuridad”. Esto, sin embargo, no connota desesperanza, pues el hombre siempre buscará aferrarse a la palabra para llenar sus vacíos: “luego las palabras fueron llenando el vacío hasta completar la especie”.

Uno de los aciertos más significativos de este poemario es el uso de las referencias filosóficas y religiosas. Pedro Briceño usa estos adagios y, sin negarle la semántica de los tiempos, los incorpora a la historia empequeñecida, limitada y trágica del hombre. La voz poética recrea el momento bíblico del monte Sinaí y lo teatraliza desde su mortalidad: “yo soy el que soy, también lo que no soy / cada tarde o al llegar la noche, abandono los cuadros, la zarza que arde a la mitad del camino”.

“Desde el otro margen” es un libro que nos sobrecoge. La voz poética (nuestra voz) trata de mantenerse al margen de la vida, pero no puede desligarse de ella. Es que quizá es la única forma que tenemos para encender las luces en medio de las tinieblas. Invitados están, estimados lectores, a encender sus propias luces.