En el libro Casetera Perú Antonio Baldeos no solo crea la historia que sustenta la subjetividad de algunas de las melodías más significativas del rock peruano; también logra recrear una visión estética y política de las precariedades sociopolíticas de nuestro país.
En el libro Casetera Perú Antonio Baldeos no solo crea la historia que sustenta la subjetividad de algunas de las melodías más significativas del rock peruano; también logra recrear una visión estética y política de las precariedades sociopolíticas de nuestro país.

La canción nos dice que Carmen tiene el vientre vacío, mientras busca lo perdido; los lectores, por su parte, aún tienen la posibilidad de verla antes de que una decisión marque su vida. A través del relato abrigamos la esperanza de que los minutos no sean la antesala de un final; sino, más bien, la prolongación de los instantes. Al final, sin embargo, tanto en el cuento de Antonio Baldeos como en la canción de Dolores Delirio la historia se repite: “Carmen miraba la entrada como atravesándola, con esa sensación amarga de haber olvidado algo allí dentro”.

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En otro de los relatos del libro Casetera Perú, una adolescente protagoniza un trágico final. Los lectores que alguna vez hemos escuchado la canción Suicida a los dieciséis de Rafo Ráez conocemos gran parte de la historia, sobre todo, las sensaciones y las reflexiones de la heroína minutos antes de terminar con su vida. En el cuento que lleva el título de la canción, Antonio Baldeos crea la historia de una adolescente que podría ser la misma o una distinta; una chica de 16 años que pasa desapercibida por todos quienes la rodean. Solo al final -amigos, familiares y lectores- entendemos que las apariencias no representan la actitud arquitectónica de lo estable. Ella, la del cuento y la de la canción, ha llegado a la conclusión que solo la muerte puede acallar las voces vacías.

Las canciones exteriorizan las emociones y los sentimientos que el compositor ha vivido y que, a través de un sujeto lírico, se materializan en melodía. Al escuchar una canción se evidencian las alegrías, las tristezas, las nostalgias o el dolor de un protagonista, pero no se puede saber con exactitud la historia causal de sus sentimientos. En el libro Casetera Perú Antonio Baldeos no solo crea la historia que sustenta la subjetividad de algunas de las melodías más significativas del rock peruano; también logra recrear una visión estética y política de las precariedades sociopolíticas de nuestro país.

Un claro ejemplo de lo afirmado en el párrafo anterior se muestra en el cuento Un minuto más. La canción de la banda de rock peruana Por hablar nos revela el sufrimiento y la angustia de estar frente a la partida de un familiar querido; “no había forma de impedir su partida, de un momento a otro su corazón ya no latía y se fue”. En Un minuto más, el narrador en tercera persona nos posiciona frente a una de las tragedias de mayor connotación mundial en estos últimos años: la aparición del covid 19 y el horror indecible que trajo su paso en cada uno de nosotros. Cecilia, la protagonista del relato, tiene que asumir la muerte de sus seres queridos sin poder llorarlos, pues la enfermedad es el enemigo que ni en el pésame te da señales tregua. La vida sigue y existen otras posibles muertes; por eso, Cecilia guarda su dolor mientras prepara el desayuno de sus pequeños hijos.

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Mijaíl Bajtín señala que el autor es quien le da el tono a todo detalle de su personaje, a cualquier rasgo suyo, a todo suceso de su vida, a todo acto suyo, a sus pensamientos, sentimientos, igual que en la vida real evaluamos cualquier manifestación de las personas que nos rodean. Pienso que uno de los méritos más importantes del libro Casetera Perú está relacionado a la afirmación de Bajtín. Los personajes de Antonio Baldeos ya existen, sus tragedias ya son y las conocemos gracias a canciones emblemáticas de Leusemia, Rafo Ráez, Dolores Delirio, entre otros. Ahora bien, en cada cuento, los lectores pueden comprender cómo se gestan estos dramas, no solo con el testimonio de los mismos protagonistas, sino con las otras voces que, orquestadas por el narrador, logran la verosimilitud necesaria que todo acto de creación estético ficcional necesita.

Un último aspecto que deseo destacar de los cuentos de este libro tiene que ver con su carácter intertextual. Esta última característica no solo se presenta por la polifonía implícita de voces que tiene todo discurso, sino también por los discursos explícitos que aparecen en el relato. En el cuento ¡Al ramerío! por ejemplo no solo encontramos a un adolescente que, movido por sus angustias sexuales visita un prostíbulo; gracias a la letra de la canción de Leusemia entendemos los tormentos internos vividos el protagonista; “no importa que haya mujeres horribles, enfermas y brutas; taradas, de pena, de miedo o muertas; lo importante es que sean putas”. Otro texto que realiza el mismo ejercicio intertextual es Suicida a los dieciséis; en medio de la tragedia por el suicidio público aparece no solo la voz de la prensa sensacionalista que ha cubierto con morbo este hecho; también se abre espacio la opinión del especialista en salud mental quien nos alerta la terrible situación en la que se encuentra nuestro país.

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Casetera Perú tiene dos lados, como los casetes que hace no mucho solíamos escuchar. Tanto en el lado “A” como en el lado “B” los lectores podremos encontrar historias que se insertan como melodías en nuestros pensamientos y se repiten cada vez que nuestra condición humana reproduce las mismas escenas. Son historias que, una vez iniciadas, es mejor seguir leyéndolas sin pausarlas ni retrocederlas. En una casetera no es tan fácil retroceder la cinta y vivir todo de nuevo; en la vida, la historia jamás se repite.

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