Se atribuye a la maestra norteamericana Anna Jarvis la iniciativa de establecer un día especial del año para rendir homenaje especial a la mujer que nos concibe y trae a la vida. La mencionada maestra (n. en 1864) sintió una profunda pena cuando el 8 de mayo de 1905 dejó de existir su progenitora, dejándola al cuidado de otra hija menor que sufría ceguera.
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La difunta madre había sido también una maestra de escuela muy querida por sus alumnos, por lo que Anna decidió convocarlos para tributarle un homenaje especial al cumplirse el primer año de su partida al encuentro con el creador de la vida.
La conmemoración fue muy sencilla e íntima; nada pomposa y sin regalos. No obstante, el singular acontecimiento trascendió al Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, donde ganó consenso la idea de institucionalizar el homenaje tomando con referencia singular el aniversario de la muerte de la apreciada maestra de Grafton, ocurrida precisamente el segundo domingo de mayo.
Entonces, correspondió al Presidente estadounidense Woodrow Wilson promulgar la ley respectiva en 1914. La celebración no tardó en extenderse por casi todo el hemisferio occidental. En el Perú, las efemérides comenzaron a celebrarse en 1924, durante el gobierno del Presidente Augusto B. Leguía. El primer acto celebratorio se realizó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
LOS POETAS PERUANOS
Al margen de las celebraciones oficiales o institucionales, el sentimiento y la misión maternales han sido siempre tema de inspiración literaria en muchos escritores peruanos; probablemente en la mayoría. Con carácter ilustrativo y como muestra de sincera adhesión, destacamos las creaciones del máximo representante del modernismo: José Santos Chocano, quien en “Sol y luna” fusiona los extremos de la vida simbolizadas en la fusión de la abuela y el nieto: “Entre las manos de mi madre anciana / la cabellera de su nieto brilla: / es puñado de trigo, áurea gavilla, / oro de sol robado a la mañana.”
Otro inspirado y fecundo poeta limeño, José Gálvez, curiosamente, no se inspira en la madre, sino en la abuela, como lo apreciamos en sus poemas “Las viejecitas” y “Oda a la abuela”. Este último se corona con estos versos: “Oh, tú abuela tan dulce y querida / como un viejo cantar popular / yo te ofrendo esta oda dolida / que en tu espíritu, ya enternecida, / de seguro la habrás de guardar!”.
Honda espiritualidad, dolor de ausencia, recuerdo de los hermanos, verso coloquial, muestra César Vallejo en varias de sus creaciones, en cuyo conjunto destaca “Trilce XXIII” (“Tal la tierra oirá en tu silenciar / cómo nos van cobrando todos / el alquiler del mundo donde nos dejas / y el valor de aquel pan inacabable. / Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros / pequeños entonces, como tú verías, / no se lo podíamos haber arrebatado / a nadie; cuando tú nos lo diste, / ¿dí, mamá?”).
En este panorama general, sin embargo, sobresale probablemente la mayor creación poética sobre el tema, perteneciente al poeta vanguardista puneño Carlos Oquendo de Amat en su poema “Madre”: “Tu nombre viene lento como las músicas humildes / y de tus manos vuelan palomas blancas / mi recuerdo te viste siempre de blanco / como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante // un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura / a tu lado se abre el cariño como una flor cuando pienso / entre tú y el horizonte // mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos / porque ante ti callan las rosas y la canción”.
UN POETA DE “TRILCE”
El distinguido y sobresaliente miembro del Grupo “Trilce”, Juan Paredes Carbonell, dedica a la madre el poemario “Canto a la madre de todas las edades”, al que pertenecen estos versos: “Yo sé que un día, Madre, como es hoy, / cargada de fatigas y de siglos, / la frágil cuesta del Amor bajaste / a fecundarme polvo transitivo. // Yo sé que un día del país del sueño / a procrearnos pan de tu ternura descendiste.”
UN POETA NATIVISTA
El poeta nativista de Huamachuco Clodomiro Magno Guevara, autor del poemario “Arias jalkinas” ha plasmado su amor filial en “El poema de la madre”, algunos de cuyos versos dicen: “Voz eterna, racimo azul de gloria, / prendido a la sien de la mujer / que forja nuevos frutos / con lo que hay de más caro en su substancia”.
POETA DE LA NIÑEZ ANDINA
Cultivador de una poesía de inspiración infantil, agraria y campesina, de tono sencillo y popular, el poeta santiaguino Gerardo de Gracia es creador de varios poemarios, en cuyo conjunto sobresale “La estación de los lirios”, al que pertenecen estos versos pletóricos de sencillez y ternura: “Bésame, mamita, / ya no se oye al mirlo; / la alameda dicta / un rumor suavísimo.”
UN POETA DE MACHE
Poeta fecundo, intenso, infatigable, autor de mucha poesía inédita es Carlos Homero Paredes, natural del distrito de Mache, de quien citamos algunos versos de su poema “Madre”: “Quiero tu regazo / tus ojos hondos / tus ojos buenos. / Quiero escuchar absorto: / tu apaciguado latido / (lo recuerdo siempre) / mi sangre y tu sangre / integradas en una.”
CON EL RUMOR DEL MAR DE PACASMAYO
La fina poetiza y maestra pacasmayina Graciela Soledad Zárate León, autora de varios hermosos poemarios inspirados en la niñez, es autora de tiernas y hermosas creaciones, como el poema “Madre”, al que pertenecen estos versos anhelantes de integración peruanista: “Madre / he escuchado tu nombre / en la voz de los niños / de mi patria: // Vocecita de costa. / Vocecita de sierra. / Vocecita de selva. / Voz peruana.”
VERSOS DE LA SOLEDAD
Terminamos este repaso con la creación sutil, pletórica de sencillez y evocación de los días de la escuela, agrupados en el poema “Madre”, perteneciente al extraordinario, fino y magistral poeta patacino de la sencillez eglógica y campesina Luis Valle Goicochea: “MADRE, esta no es mi cartilla, que la mía / no tenía la A borrada, que la mía / estaba limpia. // Madre, yo quiero mi cartilla nueva, / la que me regalaron el día de mi santo. / La forré con papel blanco porque la quería, / porque la quería la guardaba en el cajón más alto… / Mi cartilla tenía las letras de colores y figuras distintas. / Los patitos de esta cartilla son negros. / los de la mía eran rosados.