Pese a que los corredores complementarios fueron implementados para agilizar el transporte urbano en la capital, sus funciones acabarían pronto en una Lima llena de informalidad, piratería y cero respeto por la educación vial.

En un informe de Punto Final se evidenció la grave y penosa situación que atraviesan los corredores. Como se sabe, de los cinco servicios dos ya no están funcionamiento (verde y amarillo).

Esto por contratos de concesión que no son los mejores, la alta ilegalidad que enfrentan día a día y cero exclusividad. También debido a la rentabilidad que solo depende del pasaje a cobrar.

Punto Final demostró que los corredores que quedan tienen que batallar a diario con buses informales, y sin contar las vías no exclusivas por donde circulan.

Los tiempos de viaje para la mayoría de usuarios, debido a la informalidad, se traducen en varias horas para llegar a los destinos. El dominical concluyó que un usuario puede llegar a estar hasta más de 135 horas mensuales metido en un bus.

La informalidad está tan normalizada en el Perú que no existen vías exclusivas y si las hay, los buses no las respetan.

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