También se dedica a la venta de gelatina, marcianos y cosméticos por catálogo. “Solo quiero poder vivir hasta ver a mi nieta cumplir sus 15 años”, expresó.
También se dedica a la venta de gelatina, marcianos y cosméticos por catálogo. “Solo quiero poder vivir hasta ver a mi nieta cumplir sus 15 años”, expresó.

La presidenta de un comedor popular se ha convertido en ejemplo de lucha en . Ella continúa atendiendo a sus beneficiarios mientras combate un cáncer de mama que le fue diagnosticado antes de la pandemia. Actualmente cocina mientras sigue en paralelo su tratamiento.

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A Ana Orellana Palomino (55) le extirparon el seno derecho y los médicos le han recomendado que no haga mucho esfuerzo. Antes jalaba sacos de arroz sin problemas. A la fecha no puede mover mucho su brazo diestro.

No piensa dejar de preparar el almuerzo para sus vecinos del comedor San Francisco de Asís. Nunca le niega un plato de comida a quienes la buscan en la calle 9 de diciembre, en la asociación de vivienda Parque Bajo.

Le diagnosticaron su neoplasia en el Hospital Edgardo Rebagliati antes que se expanda el coronavirus en nuestro país. Nunca se contagió. “Parece que las quimios eran bien fuertes y mataban al COVID”, recuerda con sonrisa.

Es madre de dos hijas: Ruth (33) y Valeryn (25). Hace dos meses se convirtió en abuela. Además, siempre se ha inscrito en los talleres productivos de la Subgerencia de Bienestar Social de la Municipalidad. Con gusto aprendió a tejer, cocinar y hacer manualidades. También se dedica a la venta de gelatina, marcianos y cosméticos por catálogo. “Solo quiero poder vivir hasta ver a mi nieta cumplir sus 15 años”, expresó.

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