Se llamaba Pablo Cruz Sánchez, pero era más conocido como “el botero”, por manejar el bote que trasladaba a personas entre una margen del río Piura, y que unía las localidades de La Legua y Catacaos.
Estuvo casado con doña Inocencia Timaná Viera, natural de La Legua y manejaba este medio de transporte que utilizaba para cruzar el río Piura, hacia la Ciudad de Catacaos, en especial moradores de los caseríos de La Legua, San Jacinto, Palo Parado, La piedra y Paredones.
Su uso sobre las aguas del Río Piura se daba en épocas de crecientes es decir en los meses de febrero a abril. El primer bote que se tiene conocimiento fue hecho de madera de algarrobo a solicitud del grupo Romero para el traslado del personal obrero desde Catacaos hacia la planta desmontadora de algodón, de jabón y aceite.
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UN EXPERTO
El “Chino” como lo llamaban cariñosamente domaba las bravas aguas del río Piura sobre todo en las llamadas crecientes del “Huarmaca”. “El Botecito transportaba también a las mujeres floristas, que llevaban sus productor forestales a vender a la “plaza”, a los mayordomos de las diferentes cofradías, a los comerciantes y ciudadanos en general”, señala el escritor Lelis Rebolledo.
También refiere que don Pablo durante las temporadas altas del Fenómeno el Niño y de las amenazantes inundaciones, que dejaba los caminos destrozados, era un peligro para la gente y era el “Chino” Cruz quien los ayudaba a cruzar con su bote de una orilla a la otra.
“Don Pablo seguía el curso caprichoso y veleidoso de nuestras caudalosas aguas mágicamente lodosas y marrones del río Piura, para cruzar con ameno esfuerzo todos las curvas, remolinos y esquivar la palizada que arrastraba el veleidoso Piura”, sostiene el historiador.
También manifiesta; “era sorprendente ver su pericia y habilidad innata del “Chino” Pablo como conductor del único bote que trasladaba a pobladores de estos pueblos orilleros, no se daba abasto para llevar entre el fuerte maderamen de su embarcación a obreros, agricultores, profesores y alumnos que urgían por la dramática realidad de estos días para llegar a sus destinos y a sus hogares”.
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RECUERDOS
Inocenta Timaná Viera, esposa del “Chino” Cruz lo recuerda como un hombre trabajador, tal como lo confirman también su yerno Orestes Benites Yóvera y su hija Pilar Benites Cruz que nos acompaña. “Este es el segundo bote, que perteneció a la cooperativa, el primero lo quemaron, pues ya estaba inservible y viejito y en él don Pablo hacía el pase, estuvo operativo hasta el año 2000”, señala doña Inocencia.
También señala que muy joven quedó huérfano, desde entonces trabajó duro en la chacra, luego en los Romero le dieron el primer bote para el traslado de los trabajadores y luego en la cooperativa.
“Cuando salía en el bote no sentía miedo, pues sabía de era un diestro guiándolo. La gente le tenía confianza y pedía que los traslade en el botecito y le daban una propina para pasar, no cobraba un precio estable, sino le daban una colaboración”, señala su esposa.
Además de balsero era campesino, nunca tuvo un percance ni se le volteó el bote, muchas veces se subió el “Charro” Requena y entre conversa y conversa lo llevaba de un sitio a otro”, refiere su yerno.
Don Pablo falleció cuando tenía 40 años de una enfermedad que lo aquejaba y dejó 6 hijos (4 varones y 2 mujeres) que hoy lo recuerdan con cariño, al único balsero que tuvo Catacaos.