Unos viven en carpas y otros en módulos o casas en riesgo de colapso
Unos viven en carpas y otros en módulos o casas en riesgo de colapso

Unos todavía duermen en carpas, otros ya tienen sus módulos prefabricados, donde pernoctan. También hay quienes han retornado a sus casas, aunque éstas se encuentran seriamente afectadas. Pero, todos viven en condiciones penosas y sufren por el agua y luz eléctrica, que tenían antes del desborde del río .

Y no obstante que han pasado siete meses del desastre natural, la reconstrucción no avanza, peor aún hace unos días se produjo la renuncia del director ejecutivo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, Pablo de la Flor.

EN CARPAS. Paulina Chero Vilcherrez es una de las damnificadas, cuya vivienda en la calle Comercio manzana T lote 11, Pedregal Chico, ha sufrido el resquebrajamiento de paredes. Por eso, ella y sus dos hermanas y la hija de una de éstas, que conforman dos familias, pasan la noche en dos carpas, a la intemperie, al pie de su casa.

“Lo que ha quedado pendiente es la rehabilitación de las casas, que han quedado colapsadas, rajadas las paredes, y no podemos habitarlas. No nos ha llegado un módulo, todavía estamos durmiendo en carpa, porque con estos fuertes aires que hay, no podemos habitar la casa”, expresó.

Recordó que el sábado “se han cumplido siete meses del desborde del río Piura y seguimos esperando, porque nos dijeron que iba a haber la reconstrucción, pero hasta ahorita nada”.

CON TRIPLAY. Mostró que las paredes de su vivienda están rajadas, por eso y ante el peligro de colapso, han acondicionado con triplay una parte para cocinar y lavar. En la noche descansan en las carpas, en unos colchones.

En las carpas también tienen algunas ropas que pudieron rescatar, porque todo lo demás lo perdieron con la salida del río, que arrasó con todo a su paso.

“Todavía seguimos viviendo en estas condiciones. Sí han llegado módulos, pero hay mucha gente que se aprovechó, pusieron los módulos donde no habitaba la gente; como el río dejó todo parejo, aprovecharon para decir que allí vivía la gente”, mencionó.

No obstante, la mujer reconoció que “de parte de ONGs y entidades que han venido a apoyarnos, sí hemos recibido ayuda. No nos han dejado solos. También el gobierno e Indeci nos han estado apoyando”.

SIN LUZ ELÉCTRICA. En el panorama desolador que viven, recargan las pilas al sol, para utilizarlas en la noche, con las linternas, porque la casa se ha quedado sin luz eléctrica, por el peligro que representan las paredes rajadas, tras el desastre natural.

El área original del lavatorio de platos ha quedado al aire libre. “El Ministerio de Vivienda vino con las máquinas a limpiar las calles, las casas, descolmatarlas del barro, y lo han rellenado con arena, pero quedan las señas hasta donde el río y el barro ha llegado, que es casi un metro de altura” detalló.

“Queremos que trabajen en reparar los diques, queremos seguridad, porque vemos que solo le están dando hondura al río”, dijo, a propósito de los trabajos de limpieza que se vienen realizando para prevenir una nueva inundación del Bajo Piura en un fenómeno pluvial.

CON MÓDULOS, PERO PADECEN POR AGUA. Miriam Pantaleón Yamunaqué, con domicilio en calle Abelardo Quiñones, también en Pedregal Chico, refirió que ella y su familia ya no duermen en la carpa, sino en el módulo prefabricado, que les entregaron desde hace dos meses.

En el sector, uno de los más afectados por la salida del río Piura, hay numerosos módulos prefabricados, proporcionados a los afectados por la furia de la naturaleza.

“Agüita no tenemos, mesas tampoco”, dijo la mujer, que vive en el lugar, junto a su esposo y cinco hijos.

Refirió que se provee del líquido elemento para preparar sus comidas en una cocina de leña y para lavar en un pilón cercano, a donde llegan “hartisísimas” personas con ese propósito, por lo cual padecen.

“En las casitas no tenemos agua, antes del desborde del río sí había, solo que la fuerza de la corriente se llevó las cañerías”, expresó.

CON FRÍO. Dijo que en el módulo, donde -a diferencia de su vivienda- “pasa frío”, duermen ella, su esposo y sus hijos, de los cuales el último tiene un año y seis meses y el mayor 20 años, en una cama y tres colchones, que apenas entran en la estructura.

Mencionó que siguen viviendo con velitas, para alumbrarse en la noche, porque su vivienda no contaba con alumbrado eléctrico, pero en las circunstancias actuales la situación reviste mayor preocupación.

EN PELIGRO. En el sector Narihualá, en la calle del mismo nombre, hay una sucesión de carpas a un costado de la pista. Pero, varios de los damnificados ya han vuelto a ocupar sus viviendas, aunque su estructura está seriamente deteriorada.

En la calle Narihualá No. 121, en una casa de quincha, sumamente afectada por las lluvias y el desborde del río Piura, vive Petronila Valencia Fernández (56), que se ha visto en la necesidad de dejar la carpa que utilizaban.

Ella vive en el predio, junto con su esposo, y con su hija, su yerno y la bebé de éstos, de nueve meses. Y para pernoctar tiene una sola cama, que está ubicada en la sala, que está en mejor condición, y un “colchoncito” para su hija y su familia en un ambiente posterior.

“El techo (de los ambientes posteriores a la sala) está bien roto por el aguacero, no hemos tenido nada de ayuda de calamina ni guayaquil. El techo de carrizito se nos va a caer. Solo la Cruz Roja, que nos ha dado un colchoncito. Comidita sí hemos recibido”, explicó la mujer.

DESASTRE. “La puerta (de su vivienda) la abrió y rompió la fuerza del agua, que ha sido una corriente”, dijo, al recordar el inesperado desborde del río Piura, que afectó a varios sectores del Bajo Piura.

“La carpa que nos entregó Indeci la hemos estado usando, pero un día -como la pista está mal- se iba a voltear un camión y mejor nos hemos pasado a la casa acá, vaya a pasarnos algo”, indicó.

Recordó que su esposo cayó afectado por una complicada enfermedad y ella tenía que sacar y sacar agua, en baldes, cuando llovía.

Recordó que el agua del río pasaba como un dren por su casa y entonces tuvieron que refugiarse en la loma, en las ruinas de Narihualá, donde estaban en las carpas, que proporcionaron a los afectados.

QUE ARREGLEN DIQUES. “Queremos que nos arreglen los diques, eso es lo que nosotros queremos, porque de nuevo de repente venga otra lluvia, hay creciente y eso es lo que tememos”, expresó la mujer, que ha tenido que bregar con las necesidades y el peligro de ocupar una casa, cuyos techos pueden caer.

Por ello, reclamó mayor atención de las autoridades para afrontar la crítica situación que los agobia.

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