Adultos, jóvenes y niños, recogían las piedrecillas planas y redondas en los cauces de los ríos. (Foto: Feliciano Gutiérrez)
Adultos, jóvenes y niños, recogían las piedrecillas planas y redondas en los cauces de los ríos. (Foto: Feliciano Gutiérrez)

Pese a la emergencia sanitaria, el 1 de agosto, cientos de pobladores de Juliaca y aledaños abarrotaron las riberas de los ríos Unocolla, Maravillas, Cacachi y otros, donde buscaron y

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Desde la madrugada, a pesar del frío que soporta el Altiplano, se observó a cientos de personas, entre adultos, jóvenes y niños, utilizando herramientas, recogían las piedrecillas planas y redondas en los cauces de los ríos.

Luego, con mucha fe, participan de la tradicional “challa” que en la mayoría de los casos es dirigida por un chamán, quien utiliza cerveza negra, vino y sahumerio para realizar este ritual. Los creyentes refieren que guardan estos objetos en lugares secretos de sus hogares, esperando que en un futuro se hagan realidad sus deseos.

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Existen personas que no pueden ingresar al río para buscar las piedrecillas. Ellos tienen la opción de comprar de algunos vendedores que días antes acopian y comercializan de acuerdo al tamaño y cantidad.

El historiador Hugo Apaza Quispe, en su libro “Temas Históricos de Juliaca” señala que esta costumbre surgió en el siglo XX, producto del mercantilismo, la que tuvo mayor auge en la década de 1960. Cada 1 de agosto, la población -antes de la salida del sol- se traslada a recoger piedrecillas planas que simbolizan dinero, el mismo que culmina con un ritual.

En esta ocasión, también muchos comerciantes de comida, alasitas, chamanes y transportistas, generan ingresos económicos. En el año 2020, debido a la pandemia, mermó esta actividad.

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