La consecuencia de estas cifras es la pobreza para los pobladores. Puno. foto/Difusión.
La consecuencia de estas cifras es la pobreza para los pobladores. Puno. foto/Difusión.

La región Puno, cuenta con uno de los niveles de informalidad laboral más altos del país, equivalentes al 89.4% de la , ubicándose en el quinto lugar con respecto a las regiones con mayor índice de informalidad a nivel nacional.

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Sin embargo, este es un aspecto por trabajar a lo largo de todo el país, donde el promedio alcanza el 75.5% y hay 17 regiones que se encuentran por encima de esta cifra, informó la directora de Videnza Consultores, Paola Bustamante, en el marco de la presentación del Observatorio del Bicentenario en Puno.

“Generar mayores ingresos y oportunidades, puestos de trabajos, inversión y mejora de la infraestructura local es una prioridad. Un camino para ello es el portafolio de proyectos mineros en etapa de construcción por un valor de US$ 1,555 millones que hay en Puno, entre los que destacan, tales como Falchani (587 M), Corani (579 M), Macusani (300 M) y Ollachea (89 M); además de varios proyecto en exploración” expresótambién Milton von Hesse, director de Videnza Consultores.

De otro lado, considerando variables como el decrecimiento de la tasa de desempleo y la estabilización de la tasa de inflación durante el segundo y tercer trimestre del año; así como, el desarrollo de proyectos mineros, se estima que la región crezca a una tasa de 1.6% en el mismo período, un punto porcentual por debajo del promedio nacional (2.5%).

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Crisis sanitaria

En tal contexto, a pesar del impacto generado por la emergencia sanitaria, Puno es una de las regiones que ha registrado menor cantidad de muertes por COVID-19 de acuerdo a su población.

Sin embargo, su campaña de vacunación no se ha gestionado de la mejor forma, pues sólo el 61% de la población objetivo se encuentra vacunada con dos dosis, encontrándose significativamente por debajo del promedio nacional (80%); además, de tener importantes brechas en el sector salud.

Así, por ejemplo, el 95% de los establecimientos del primer nivel (463 de 487) cuenta con capacidad instalada inadecuada; y a esto se suma a la falta de Historia Clínica Electrónica y sistemas en línea, lo que origina desorden y retrasos en la atención.