Bajo el intenso sol el venezolano Alejandro Requena (38) improvisa con palos y cartones una fogata para preparar en una vieja sartén una sopa de fideos para alimentar a su esposa e hija de 17 años con quienes está varado en la frontera peruana al no poder cruzar al territorio chileno.
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Va una semana y lleva dos intentos de cruzar por pasos no autorizados al país sureño, resguardado por militares desde el 25 de febrero. Señala que no se va a rendir en su objetivo de tener una mejor calidad de vida. “Somos del estado de Aragua, viví cinco años en Colombia y veo que amigos que están solo ocho meses en Chile les va mejor y por eso vamos para allá”, comentó.
Cientos pernoctan en la pampa
La familia de Alejandro Requena no es la única que espera cruzar la frontera. En los alrededores del Complejo Fronterizo Santa Rosa, que separa Perú de Chile, pernoctan cientos de extranjeros que pretenden ingresar al mencionado país para trabajar, pese a estar indocumentados.
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Del estado de Zulia (Venezuela) está Gabril Bustíos Tapia (30) junto a un amigo con quien salió de su país hace diez días y está cinco días varado en la zona limítrofe. Indica que la situación es crítica en Venezuela donde el sueldo mínimo apenas llega a los cinco dólares al mes.
Mejores condiciones de vida
“Esperamos que el gobierno de Chile nos deje entrar a su país, queremos mejorar nuestra condición de vida”, contaba Eber Ortega (28) quien tiene tres días pernoctando en la frontera junto a su pareja.
Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) llegaron éste viernes con bolsas con alimentos y agua. Los foráneos están varados y expuestos a las inclemencias del clima y sin contar con servicio de baño. Han convertido en letrina las cercanías del complejo Santa Rosa.