El compositor, cantante e ilustrador, Carlos Sadness, uno de los más interesantes exponentes del pop español, no es muy proclive a las etiquetas en la música, y confiesa a Correo, que tampoco es de hacer un balance de su vida cuando le recordamos que este 2024 cumplió 40. “No sé si lo hago cada día o si no lo he hecho nunca. Es complicado ver la vida, es algo que te puede dejar emocionalmente movido, pero la verdad es que tampoco no estoy tan anclado a las cifras redondas. A veces, he hecho una retrospectiva pero ha sido por otro motivo, no por cumplir una fecha o algo así”, puntualiza Sadness que este 2 de octubre ofrecerá un concierto en el Centro de Convenciones Barranco.
Tu último álbum se titula “Realismo Mágico”, que inevitablemente nos asocia a Gabriel García Márquez. El nombre surge porque un día, un periodista mexicano me dijo que mi música tenía mucho de realismo mágico, la verdad, compartiera o no esa visión me pareció un halago muy bello. Me conectó también con esta idea de que hay mucha gente en Latinoamérica escuchándome, acabó resonando mucho en mi cabeza el nombre de este movimiento, y sentí que realmente sí estaba muy vinculado con el contenido del disco y también un poco es una declaración de principios sobre la idea de que el mundo necesita un poquito de magia para ser habitable.
Si bien estás en el pop no te has encasillado estrictamente en el género. Pertenezco un poco a esa generación de músicos que se sintió libre, no encasillado en un estilo, creo la gente que es un poco mayor que yo, ha estado clavada en el rap, o muy clavada en el rock. Luego, a partir de cierto momento, se nos decía, esto es música alternativa, porque no suena en las radios, porque no tiene ese espíritu tan comercial, y dentro de lo alternativo, pues había un margen de movimiento mayor, en el que creo que se ha favorecido mucho la creatividad de los artistas.
Es difícil para un músico que no sigue la tendencia mantenerse en la industria.
Fácil no es, yo creo que es mucho más fácil cuando uno hace lo que la gran mayoría consume. Si uno nace con la inquietud artística de hacer algo que es así, ok, pero yo no voy a cambiar mis inquietudes artísticas para encajar en ese sentido.
Pero hay algunos que sí cambian, que se suben al coche. Tengo la suerte, por no decir soy afortunado de ser feliz con el público que tengo, doy gracias a Dios de poder dedicarme a la música que creo ya es muchísimo.
Y hablando del proceso de creación de tus canciones, ¿tienes una fórmula definida?
No, yo en el estudio no creo nada, todo lo hago un poco en mi casa, o viene una idea cuando estoy muchas veces en la moto y tengo que parar y sacar el teléfono y grabar ahí mi nota de voz. Siento que la inspiración es caprichosa, yo nunca me siento y digo voy a hacer una canción porque es algo muy mecánico, es algo más artesanal que puramente artístico.
¿Y eso de la musa que llega? No creo en la fuerza superior divina y que viene una musa que llega y me toca, tampoco me creo tan especial. En ese sentido es simplemente donde me lleva la vida, cuando siento que tengo algo que expresar, o tengo un sentimiento que me apetece canalizar, así es que está todo muy relacionado con la parte emocional de uno mismo, más que con los factores místicos.
¿Has imaginado tu vida sin música?
Como oyente, un mundo sin música es muy difícil de imaginar, y como creador, bueno, a veces uno piensa ¿Toda la vida me dedicaré a esto? ¿Toda la vida haré esto? ¿Me cansaré? Son preguntas que uno se hace, pero yo creo que quizás lo que más me conecta con el mundo es la creatividad, pero si no es la música me encontraría otra manera de trabajar con la creatividad. Me queda claro que no me imagino un mundo sin música, pero desde luego, nunca perdería el lado creativo, eso es una de las cosas que más vivo me mantiene.