Ernesto Pimentel y La Chola Chabuca, aunque tengan rostros distintos, comparten la misma piel, el alma y sobre todo un corazón noble. A días de festejar las tres décadas de un personaje que le cambió la vida, Pimentel nos cuenta cómo recibe este aniversario para el que ha organizado un gran espectáculo este 14 de febrero en el Parque de la Exposición.
”Los treinta años de la Chola Chabuca no es la celebración de mi vida, sino de las vidas de las gentes que han creído en mí antes que nadie. Victoria que está marcada por una gran cantidad de personas que me han dicho a lo largo de mi vida, tú vas a hacer esto, tú vas a llegar lejos. Yo con ese tema de la película, con el tema de mis recuerdos, me he encontrado con que eso ha sido una constante. A esas personas a las que tengo en mi norte, debo agradecerles por darme todo el cariño que siempre me han brindado”.
¿Si esas personas no hubieran aparecido a lo largo de tu vida quizá tu destino habría sido otro?
Por supuesto. Yo era una persona que tenía todo para perder. La verdad que mi mayor éxito ha sido sobrevivir a mi pobreza, sobrevivir a mis carencias y revelarme a mi destino para construir mi propia historia.
Cuando llevas a Chabuca a la televisión y luego tiene su secuencia, ¿imaginabas su trascendencia 30 años después?
Sabes qué pasa, que la Chola Chabuca era una forma de tener un plato de comida, la Chola Chabuca era el pago de mi mes en mi cuarto, la Chola Chabuca era la comida de mi abuelita. Chabuca era todo eso y yo pienso que eso no ha cambiado y lo siento así. Cada día que pasa yo le agradezco al público preparándome, estudiando, ensayando, soñando, creando, intentando.
Hace 30 años, el público era otro, podría haber dicho, este personaje no me parece, no lo veo.
Sí lo han dicho, no solo hace tres décadas, son personas que no me han dado el derecho a existir, y yo lo único que he respondido es que critiquen lo que hago y no quién soy. Y eso es lo que me ha permitido sobrevivir en el tiempo.
Luego de la aceptación a tu personaje, había que trabajar para no defraudar al público.
Por supuesto. Lo que pasa es que yo creo que lo que me ha mantenido mi cable a tierra, el que yo pueda repartir mis volantes, el que yo pueda caminar por Gamarra para comprar telas, el que yo me sienta seguro, ahora por ejemplo en Plaza Norte, es mi cercanía a ellos, a la gente. Yo siempre soñé ser alguien, y no otra persona, y eso no ha cambiado.
El espectáculo de este 14 de febrero será grabado para incluir algunas escenas en tu película, ¿siempre estuvo en tus planes contar tu vida?
Yo nunca pensé que esto se fuera a concretar estando yo vivo y también creí que de repente solo era relevante para mi comunidad, para quienes yo he trabajado siempre. Y resulta que este ha sido también de interés de la productora Tondero, y es a una segunda propuesta que yo acepto. Y ahora que lo veo, te juro que me da muchos nervios, no sé si esté preparado realmente para afrontar la película como tal, porque yo no estoy haciendo un negocio de mi vida, no, ni dorando la píldora, estoy siendo lo más real que puedo.
¿Y en la película se va a contar todo, sin límites?
Yo creo que es lo más importante de la película, como yo lo siento, o lo que he notado, lo que he sentido. Por ejemplo, el otro día vi el tráiler que va a salir muy pronto y que lo podré ver también el 14 de febrero, el tráiler nos muestra ya parte de la historia, y yo que la viví no puedo aguantar, fue muy duro para mí, fue muy doloroso, no podía hablar, no sé cómo prepararme realmente para ver la película. No quiero que suene mal, pero no es sencillo enfrentar eso.
Alguna vez me pregunto si es qué te tomarás un año sabático; no dejas de trabajar y no solo en la televisión y el circo.
Es que soy tan feliz haciendo esto, de verdad, yo me voy con tanta ilusión a mi trabajo, me pongo feliz al ver mi agenda porque tengo tantas cosas que hacer, porque me gusta, lo disfruto. Siento que el tiempo se me va y que tengo que hacer algo más.
Hablando del tiempo y del legado, ¿cómo ves de heredero artístico a tu hijo Gael?
Yo sueño que mi hijo siga riéndose conmigo y que siempre esté a mi lado, no quiero otra cosa. Yo quiero que Gael sea un niño feliz, que sea un niño que abrace la felicidad como él quiera, que no dependa de nada y de nadie, ni siquiera de mí. Eso es lo que yo quiero para él, ha venido a completar mi hogar, a sumarse y a vivir su propia historia, tomando lo mejor de su mamá y de mí.