“Yo creo que todo lo malo que haces en la vida, se te regresa”, dice Lucía Oxenford, cuando le recordamos que su personaje de Fiorella Trigoso en “Tu nombre y el mío” ya empieza a destacar por sus maldades. “Yo me estoy vacilando porque estoy haciendo lo que quiero, pero lo de ser villana es solo actuación, pura ficción”, agrega la actriz, que tampoco disimula su entusiasmo por haber regresado a la pantalla chica.
¿Después de cuánto tiempo vuelves a las telenovelas?
Participé en “Pobre Diabla” cuando tenía 9 años, pero luego hice apariciones en “Al fondo hay sitio” y “Vacaciones en Grecia”. Después estuve en El Gran Show de Gisela, y de ahí me fui a la Argentina a estudiar,
Aunque una actriz no juzga a su personaje, ¿cómo ves a Fiorella Trigoso en ‘Tu nombre y el mío’? En realidad, siempre quise hacer de mala en una telenovela, pero villana tipo Rubí, tipo Teresa, las mexicanas, hasta que me llegó la oportunidad. Cuando hice el casting, no reflejaba si era mala o buena, solo reflejaba que era coqueta, y de ahí cuando me dijeron que había quedado para el papel, me empezaron a hablar más del personaje, a decir cómo era más o menos su historia, el contexto. En ese momento dije: guau, ha llegado mi momento.
Hay muchos que se identifican con los villanos, justifican sus maldades. Lo que a mí me parece interesante es que el malo igual también tiene humanidad, siempre hay que preguntarse, el malo por qué es malo, por qué se ha vuelto así, por qué mi personaje quiere buscarse alguien con plata. Hay algo serio que me ha pasado, y ya lo iremos descubriendo en la historia. Siempre hay que recordar que nadie es malo al cien por ciento.
Evidentemente, tu pasión por la actuación y la producción, viene por tus papás, ¿Se fue dando de forma natural?
En realidad sí, todo lo que es arte lo tenemos muy naturalizado, más que nada por el lado de mi mamá. pero también por mi papá. Desde que nací, prácticamente mi casa ha sido una escuela en la que he aprendido mucho de lo que veía.
Los sets de televisión también fueron tu escuela. Mis papás me llevaban desde muy chiquita a sus ensayos, los acompañaba al canal cuando hacían Torbellino y yo tenía 5 años. Después mi mamá hizo “Travesuras en el corazón”, yo tenía 7, y me encantaba jugar con los niños, y así me la pasaba. A veces me preguntaban en el colegio, qué se siente que tu mamá sea famosa, o qué se siente ir al canal, estar en la tele. Yo tenía siete u ocho años, en realidad no sentía una diferencia porque no conozco cómo es no ser así.
Por este tipo de experiencias, desde muy chica te habrás dado cuenta que la carrera artística es de mucha constancia, de épocas buenas, malas. El arte es una profesión en la que tienes que ir buscándotela, porque el arte acá en el Perú no es un trabajo estable. Te puede ir bien seis meses, te puede ir bien un año, pero siempre debes ir al encuentro de oportunidades. Por eso, estudié producción para poder crear.
Los jóvenes que egresan ahora de las facultades de artes escénicas, ya salen con la mentalidad de producir y de emprender sus proyectos.
Claro, te meten ese bichito. Desde el primer ciclo allá en Argentina, ya teníamos tareas para crear nuestros propios escenarios de trabajo. Uno de los cursos que llevé, producción musical, nos obligaba a montar un concierto en un bar e invitar gente que cante. Teníamos que hacer el marketing y todo, para ver las ganancias y, si vale la pena volver a hacerlo, es decir, ya íbamos ensayando cómo producir desde cero, buscar una idea y empezar a armarla.