En menos de cinco años, Mateo Sujatovich confirmó que la fiebre que había en Argentina por su proyecto musical, Conociendo Rusia, también aplicaba para el resto de Latinoamérica. En tiempos que la música urbana lidera los charts, las canciones del ‘Ruso’ recobran el espíritu del rock argentino.
Hijo de Leo Sujatovich, tecladista de Spinetta Jade, y nieto de ‘La Pichona’, maestra de piano de Charly García, desde chico estuvo rodeado de este arte, pero a los 16 años tomó sus primeras clases de guitarra y decidió el camino que seguiría.
El ganador de dos Premios Gardel en el 2022 –mejor álbum artista rock y mejor diseño de portada– conversó con Diario Correo antes de su concierto en Lima.
Regresas al Perú el próximo 20 de octubre en el Gran Teatro Nacional, ¿cómo te preparas para afrontar una gira en solitario?
Sí, a pocos días que empieza la gira en Rosario que está a 400 km de casa. Estoy ensayando mucho, preparando las canciones y todo el espectáculo. Así como de pronto tengo esa sensación de que ya llega lo nuevo y también la alegría de empezar un proyecto nuevo.
Desde muy niño estuviste rodeado en un ambiente musical por tu familia, ¿cuándo supiste que tu camino debía ser este?
Creo que comencé a tomar clases de guitarra cuando tenía 16 años. Con mi primera clase entendí que me iba a dedicar al menos a tocar la guitarra y que iba a ser mi mundo. Se amplió y de la guitarra pasó a la música, a las bandas, a producir, a grabar y finalmente terminé cantando y escribiendo canciones. Es algo de algún modo bastante nuevo para mí porque son 16 años con la música pero compongo hace 6 o 7 años.
Tu papá es tecladista y tocó con Luis Alberto Spinetta en Spinetta Jade, ¿en algún momento sentiste un peso encima por las comparaciones?
Hay algo de eso que tiene que ver con continuar con la misma procesión que los padres. Esto hace que uno quiera mostrar que también es bueno y diferenciarse un poco para tener personalidad, además que hacer lo propio es importante. Considero que de poco fui encontrando mi camino para tomar mis propias decisiones musicales y me pude diferenciar de lo que hace mi padre o mi hermana. También contar con todos los recursos que me dio venir de esa familia y usarlo a mi favor.
A parte de tu padre y hermana que son músicos, tu abuela le daba clases de piano a Charly García. ¿Tienes algún recuerdo especial junto a ella?
Las clases de piano, los sándwiches de miga, los knishes de papa, el oído absoluto de mi abuela que era también algo muy gracioso y jugar con ella a que adivine las notas, siempre lo hacía.
¿Cómo te sientes con el título que a veces te dan, como ‘Mateo Sujatovich, el legado del rock argentino’?
Intento no hacer mucho uso de las etiquetas que los demás tengan conmigo. Es algo que sucede, es natural, pero intento vivir un poco al margen de esos títulos.
¿Qué significó para ti haber participado en los 30 años de ‘El Amor Después del Amor’ junto Fito Paéz y Andrés Calamaro?
Un discazo que es muy icónico para mi vida. Participar en ese álbum fue muy emocionante. La invitación, grabar, todo eso estuvo espectacular. Esa experiencia me lo guardo para mí en un lugar muy importante.
En pleno ‘boom’ de las colaboraciones, ¿estarías dispuesto a grabar un tema con un artista urbano?
Sí, claro. Estoy abierto a colaborar con cualquier música que me interpele y que me guste, no importa el género.
¿Cuál crees que es la diferencia más marcada entre tus 3 álbumes?
Son tres discos muy distintos, cada cual en un momento de vida muy diferente. El primero tiene la frescura de un álbum debut, de no tener nada atrás con que comparar. El segundo si es un disco con el que se puede hacer una comparación con el primero, es evidente para mí una especie de evolución y tomar a ‘Conociendo Rusia’ como un trabajo. Al hacer un disco nuevo, hay que sentarse en el piano, buscar y quedarse un rato con la hoja en blanco. Le fue súper bien. ‘La Dirección’ es un disco que compongo con la presión de que a ‘Cabildo y Juramento’ le haya ido tan bien y escribo las canciones en plena pandemia. La energía de cada álbum está involucrada donde estaba yo.
¿Cómo crees que ha evolucionado la música latinoamericana con los productores independientes? Un ejemplo podría ser Bizarrap, que no se limita a los géneros impuestos por las disqueras.
Es un momento donde hay un mega boom de algunos géneros musicales y de unos artistas que cuando comenzaron a salir fueron interesantes. Creo que todo lo que después se hace mega industrial y todos empiezan a querer hacer eso, pierde un poco el interés, al menos para mí. Siento que vivo un poco al margen de esos géneros porque ya está demasiada colapsada la industria con esa música. Suena eso por todos lados. Es un género que está en movimiento y en pleno cambio constante.
¿Te preocupa que la industria priorice algo distinto a lo que haces?
No, para nada. Siento que hay lugar para todos los géneros. Me va muy bien con lo que hago, entonces eso no me preocupa en lo absoluto.
En una ocasión mencionaste que no te importaba estar en los 50 más escuchados del mundo o hacer hits como otros géneros suelen aspirar.
Tengo la suerte de hacer la música que me gusta y que con eso me vaya bien. En ese sentido, no tengo mucho más de que preocuparme.
¿Qué sientes que les transmites a los que escuchan tus canciones?
Historias. En general escribo canciones que están relacionadas a los vínculos amorosos, a las dificultades y alegrías que da el amor. Juego con historias que tengan que ver conmigo, que se me ocurren y mi música va un poco de eso.
Pasaron alrededor de cinco años desde que arrancaste con Conociendo Rusia, un proyecto que ya te llevó a tocar en grandes escenarios, colaborar con artistas de talla mundial y hasta ganar dos Premios Gardel. ¿El éxito puede ser peligroso?
El éxito te puede marear y es normal. A uno de repente le pasan cosas distintas y un poco fantasiosas en la vida, eso te puede hacer perder un poquito el eje. Quizás perderte en lo que te está pasando y las cosas que te importan. Creo que la fama y el éxito son asuntos con los cuales hay que tener mucho respeto.