"Estar en el teatro es un regalo, una bendición, de hecho tiene un aporte en mi vida invalorable, que incluye el estrés que también puede haber traído en el proceso", dice Óscar Beltrán sobre su papel en "¿Quién mató a Palomino Molero".
"Estar en el teatro es un regalo, una bendición, de hecho tiene un aporte en mi vida invalorable, que incluye el estrés que también puede haber traído en el proceso", dice Óscar Beltrán sobre su papel en "¿Quién mató a Palomino Molero".

Ponerse en la piel del guardia Lituma, personaje clave en la adaptación teatral de “Quién mató a Palomino Molero”, novela de Mario Vargas Llosa, significa un reto diario para el actor Óscar Beltrán cada vez que se abre el telón del Marsano.                    “En el libro, el personaje  aparece mucho, pero no necesariamente con la exigencia que se muestra en esta obra. De hecho, la demanda física es un reto,  yo he trabajado antes con Edgar  Saba en “La ciudad y los perros”, hace  12 años, y en ese momento salía a correr, hacía varias cosas para estar a la altura. En realidad en esa época tenía 30 años”, revela sonriente Beltrán.

¿Papeles tan demandantes los aceptas sin pensarlo mucho?
Había dejado las propuestas teatrales con exigencia física por decisión propia, a pesar de que me gustan mucho. Pero esta vez, sinceramente, sabía que iba a ser un reto y además  iba a ser dirigido por Edgar, al que le tengo mucha confianza y me gusta muchísimo su trabajo, entonces, asumí todo lo que venía. Durante la temporada me preparo físicamente para cada función, voy caminando al teatro como unos 35, 40 minutos, también hago cardio, además del entrenamiento vocal.

Tu papel de Lituma reafirma definitivamente tu apuesta por las actuación. A pesar de todo lo que se diga de la actuación, para mí, es un compromiso. Como dice Edgar, no salgan de su casa sino que vengan al Marsano, con ese cambio de actitud, de, voy a hacer función, y yo siento eso ahorita. Me gusta la repetición que significa cada función porque es una  oportunidad para estar ahí presente, y todo lo que hemos construido también junto con el director y los compañeros. Podría irme en romanticismo y decir que estar en el teatro es un regalo, una bendición, pero de hecho tiene un aporte en mi vida invalorable, que incluye el estrés que también puede haber traído en el proceso.

El teniente Silva y el guardia Lituma, piezas claves de la obra "¿Quién mató a Palomino Molero?"
El teniente Silva y el guardia Lituma, piezas claves de la obra "¿Quién mató a Palomino Molero?"

¿La pasión por el teatro te llegó en un momento muy especial?                                          A los 12 años me matricularon para estudiar teatro porque era bien tímido, y ya de ahí comenzó a gustarme mucho.  Estuve después en Cuatrotablas y luego seguí en el taller de Aristóteles Picho, para finalmente estudiar Arquitectura y cuando terminé la carrera, entré al taller de Roberto Ángeles. De hecho, la arquitectura, la aprecio, aprendí mucho como factor social de aprender otras características de los seres humanos, también me sirvió pero obviamente, siento que  lo mío es la actuación.

¿Para encarnar a Lituma en la obra, primero leíste la novela de Mario Vargas Llosa?
No, y Edgar me dijo que él prefería que lea primero su adaptación de la novela, y así fue. La obra la he leído después, y me está resultando un proceso muy chévere porque encuentro detalles de mi personaje que había encontrado intuitivamente sin haber leído la novela.

Todos los integrantes del elenco tendrán la satisfacción de haber participado en la primera adaptación de la novela al teatro.
Sí, claro,  como dato histórico, nosotros vamos a ser los primeros, el Marsano y Lima tienen esa satisfacción. Mario Vargas Llosa, aún no ha podido vernos, simplemente se reunió con la producción en los ensayos, esa lo que faltaría pero en cuanto a la recepción del público, afortunadamente la mayoría valora el trabajo que se está haciendo.