Roberto Moll piensa unos segundos cuando le preguntamos si considera que, a 39 años que encarnó al profesor Mariano Tovar en “Carmín”, hoy en época de redes y plataformas, la televisión en señal abierta le haya dado un personaje como Bernardo en “Pituca sin lucas”; un verdadero regalo para su carrera en la pantalla chica. “Estoy impactado por la popularidad del personaje, cada vez que voy al supermercado la gente me saluda sonriente, se acerca con respeto y te pide una fotografía. Hace unos días me tocó ir al dentista, que está en un centro de salud muy grande, las secretarías me miraron como si fuera una aparición, te lo juro. Dejaron los escritorios donde trabajan y me abrazaron emocionadas, y me dijeron, caramba no puedo creerlo, don Bernardo está acá”, dice el primer actor peruano.
Bernardo reafirma que no hay edad para el amor ante la llegada de Cocó. Y qué lindo que estos dos personajes de la tercera edad tengan su propia historia, además, cómo están escrito los diálogos, con esa magia, que gracias a una buena dirección de actores y a unos buenos enfoques de cámaras han saltado a la popularidad con lo cual yo estoy muy agradecido. Uno trabaja para el público, es un esfuerzo grande, y qué lindo que eso lo veas reflejado cuando sales a la calle, no solamente caminando, hasta en los vehículos que tomas, donde sea me paran, eso es muy fuerte.
Con Martha Figueroa han logrado una buena dupla que trasciende la pantalla.
Somos muy buenos amigos, nos reímos mucho cuando recibimos los capítulos, nos ponemos a leerlos y la verdad es que son muy divertidos; cada uno trata de poner lo mejor para su personaje. En mi caso, Bernardo, el panadero, que es un hombre inocentón, aunque es pícaro, pero lo hace de buena nota, cuando vio desde la primera vez a la señora Cocó sintió un flechazo.
Sus escenas siempre son muy divertidas, ¿cómo asumen las románticas? Yo soy hipersensible, soy muy imaginativo como buen canceriano, y resulta que como somos amigos de tantos años, y ahora hacer de enamorados es una sensación muy singular para mí, y sobre todo las escenas con besos. Esas son las cosas lindas que tiene el arte dramático, que tenemos que interpretar a personas ajenas a nosotros, y fabricarles una vida tan real, que el público se lo crea. Y lo hemos conseguido.
¿La popularidad de la pareja en la ficción te animaría a trabajar juntos en proyectos futuros? Nosotros terminamos nuestro contrato el 30 de agosto, Martha tiene compromisos teatrales y yo también, pero si se presenta la oportunidad, porque hacer teatro no es una cuestión de decir, sí quiero, no, tiene que haber una productora, un buen libreto escrito de por medio y tiene que haber un teatro disponible. Pero si reúnen las condiciones, por supuesto, claro que sí.
Roberto, con tantos años de carrera, sigues apostando por el arte sin dudarlo un segundo.
Bueno, en mi caso personal, yo he sido muy bendecido, de verdad. porque si vamos a resumir un poco, yo creo que soy el único actor de teatro, que nació en Lima, que ha podido llevar grandes obras de teatro a 32 países del mundo, con el grupo Rajatabla de Venezuela, y siempre en el marco de los festivales mundiales de teatro. Eso también ha sido una escuela muy grande para mí.
Y esa experiencia reafirma tu vigencia.
Exacto, me parece fabuloso que a mi edad me hayan dado esta oportunidad en esta novela con un personaje tan entrañable. No es sencillo poder pegar un personaje en el Perú y con una historia que logre tener todos los elementos que se necesitan para que capture al público. Eso se agradece.