Miguel, su personaje en “La verdad”, dice sin ningún remordimiento que, “en este mundo no existe nadie que diga siempre la verdad”, y aunque Sergio Galliani esté o no de acuerdo con lo que afirma en la obra de Florian Zeller, tiene su particular opinión sobre la polémica que plantea la puesta en escena que se presenta en el Teatro Marsano. “La verdad es importante en el ser humano, tiene que ver mucho con su esencia, pero también hay cosas que tienen que ver con tu propia intimidad, con tu libre pensamiento, que uno puede elegir si la expones, o las manejas de una manera un poco acomodada. Yo pienso que hay cosas que ni siquiera debemos decirlas”, dice el actor.
En estos tiempos ser demasiado transparente y decir la verdad las 24 horas del día no es algo común.
La gente está muy susceptible desde hace ya buen tiempo, y hablar con tu verdad también depende de los grupos en los que estés, depende de la forma en que lo digas. Hay gente que no tolera que no pienses como ellos, entonces es mejor, para evitar problemas, si es que hay un afecto, un respeto, mejor callar.
En ciertos grupos decir la verdad respecto a preferencias políticas causa hasta enemistades.
Lo que sucede es que muchas personas, si no estás de acuerdo con lo que piensan se van a molestar y eso generará conflictos, pero están felices cuando opinas como ellos, que es lo peor. Yo he perdido buenos amigos por el tema de la política, sin ser político y me da pena.
El tema de la verdad como lo plantea el autor en la obra invita a la reflexión.
Florian Zeller tiene una manera muy inteligente de decir las cosas, y te la camufla de una manera espectacular, a mí me encanta. Yo creo que él es un músico frustrado, sus textos son partituras, yo los tomo como canciones, esos momentos de dudas que hay en mi personaje, va más allá de lo emocional que debe tener el personaje. Eso es lo que me encanta de la obra, que te lleva como un concierto a un viaje de emociones, que va y viene.
¿Qué debe tener un papel para que finalmente llegue a conquistarte?
Desde hace casi una década yo tomé la decisión de alejarme de la televisión, fue así que cuando terminó “Al fondo hay sitio” me puse a trabajar en otros proyectos. No quería seguir haciendo el mismo formato por años, hasta acá nomás, dije. Empecé a hacer más cine, que me da la sensación de que estoy haciendo cosas variadas. pero lo principal para mí es el teatro, es mi cancha natural, yo nací en el teatro y me he desarrollado en las tablas.
El teatro es la madre de las artes escénicas... Es la matriz de todo, si tú quieres hacer cine, televisión, primero tienes que pasar por ahí, sino vas a cojear en algún momento, eso es lo que les digo a los chicos que me preguntan al respecto. Cuando me ofrecen un papel en el teatro, y si no paro de leer el texto hasta terminarlo, es porque me interesó, me enganché.
¿Eso te pasó con La Verdad?
Cuando Makhy Arana (productora del Marsano) me propuso la obra no lo dudé, en principio porque he trabajado mucho y desde muy joven con Oswaldo Cattone y luego, cuando me pasaron el texto, lo leí, llamé a Makhy y le dije: si no la haces me voy a molestar.
Aunque los actores nunca juzgan a sus personajes, ¿qué opinas de Miguel?
Miguel es un tipo como muchos, maneja sus códigos, tiene su moral y dentro de su esquema, es como mi personaje de Nacho, “Al fondo hay sitio” pero más sofisticado. Es uno de esos tipos que uno siempre ve, que no se da cuenta de lo que está hablando, pero no lo hacen por maldad, sino porque es parte de su naturaleza, por eso se meten en tantos líos también y que cambien, es casi improbable.
¿Los espectadores se van a sentir identificados con Miguel? Sí claro, porque él encarna a todos aquellos que mienten y no sienten culpa mientras todo les va bien, pero cuando se comienza a desmoronar su mundo y no saben nadar, se ahogan. Una mentira siempre trae otra, y otra, eso nunca hay que olvidarlo.