Tamira Basallo (Foto: Britanie Arroyo)
Tamira Basallo (Foto: Britanie Arroyo)

El sello Buh Records presenta hoy, en el MAC, el disco compilatorio “Lo que no existe, existe: Registros de una saga post punk en el Perú (1986-1990)”, en el que reúne el trabajo de la banda Salón Dadá y Col Corazón. voz y fundadora de ambos proyectos, conversó con Diario Correo sobre el retorno al corazón del .

De Excomulgados contigo, pasando por Eutanasia con “Hoover” Huamán, ¿cómo dan el salto a Salón Dadá, una propuesta de post punk?

Tenía ganas de hacer mi propia música. Me encantan los grupos más punk, pero no compongo temas de ese estilo. Cuando escribía me salía otro tipo de música. Tenía afinidad con “Hoover” por las artes plásticas, él estudiaba en Bellas Artes, yo estuve ahí en 1986. Nos gustaba hablar de las vanguardias, las exposiciones. Vimos que podíamos hacer algo. Conocí, en paralelo, a Mónika Contreras. Ella estudiaba guitarra clásica. Le gustaba The Cure la movida independiente inglesa. Aceptó a tocar en el grupo. Esa fue la primera alineación.

Desde Siouxsie and the Banshees o The Cure, ¿cómo definen el sonido que tuvo la banda?

Se juntan las influencias de Jaime de Lama (segundo guitarrista) y mías. No escuchaba tanto rock en ese momento. Hay canciones que son emblemáticas del circuito independiente que recién he escuchado estos años. No considero que un grupo determinado haya sido una influencia. Escuchaba mucha música clásica o nueva trova. En mi caso, había mucha influencia de la parte literaria, me gusta la poesía.

¿Salón Dadá evoluciona -o muta- a lo que fue Col Corazón?

Las canciones que se escuchan en nuestro primer ensayo están sin los efectos que queríamos. Para 1987, esto cambió a un sonido más ruidoso. Definimos un sonido más distorsionado, como en “Los Bosques”, “Lista Ele” o “Marlene”.

¿Qué incluye este material compilatorio?

Como nunca grabamos una maqueta, que ahora va a formar parte de estos discos que se están lanzando, uno de ellos tiene este bonus de las canciones que compusimos. Las grabamos en un ensayo porque no sabíamos como sonábamos. Nunca habían parlantes de retorno (en los conciertos de los ochenta).

¿Qué sucedió con esa idea de reunirse y volver a tocar?

A lo largo de los años he buscado a Jaime varias veces para tocar nuevamente. Conversamos, pero al final no llegamos a nada. Él es muy perfeccionista, de hacerlo muy bien. Además, por temas de trabajo, ensayar desde cero, es bien complicado. Cuando nos juntamos hace cinco años, tenía la idea de grabar todo de nuevo. Nos faltó baterista. Podemos hacer una réplica de algo, pero no será lo mismo. Es por eso que, este compilatorio es como un rescate histórico, con todas las carencias del momento.

Luchar contra las carencias del momento fue una de las características de ustedes en los ochenta...

Era toda la situación del país y de ser independientes. Ahora hay música así, pero se tienen más recursos. La situación del país no nos ayudaba, éramos jóvenes. Tampoco había dinero para gastar.

Distando de la parte musical, ¿qué te produce recordar aquella etapa de tu vida?

Por muchos años no quería pensar en eso. Fue doloroso. No quería ver obras de arte o teatro, nada. Me conmovía mucho, fue muy difícil. Temas de la realidad y personales influyeron mucho. A raíz del disco, me he visto obligada a recordar esos años (risas). Estaban en algún rincón de la memoria. Emocionalmente ha sido duro, un proceso personal. Me siento contenta de lograr una propuesta creativa en un momento tan complicado.

¿Esta producción es una reconciliación con esa etapa?

Lo estoy experimentando con más alegría, estoy viendo a la gente con la que compartía esos espacios. Es una reconciliación y un rescate a nivel personal. Es algo que hice y ya no me pertenece, como cualquier obra de arte. Es expuesta y tiene una recepción.