Chile comenzó este domingo cuatro de septiembre el conteo de votos del plebiscito sobre la nueva Constitución, una de las votaciones más importantes de los últimos años.
Más de 15,1 millones de ciudadanos fueron llamados a votar desde las 08.00 (12.00 GMT) hasta las 18.00 hora local (22.00 GMT) para aprobar o rechazar la propuesta de nueva Constitución redactada durante un año por una convención elegida tras la ola de protestas de 2019.
Los resultados, que se prevén muy ajustados, se conocerán un par de horas después del cierre, y está previsto que el mandatario chileno, Gabriel Boric, ofrezca un mensaje en cadena nacional, sea cual sea la opción ganadora.
“Nos están mirando desde todo el mundo”, dijo Boric a primera hora tras depositar su voto en su natal Punta Arenas, 3.000 kilómetros al sur de Santiago.
El nuevo texto declara a Chile un “Estado social y democrático de derecho, plurinacional, intercultural, regional y ecológico”, además de “paritaria e inclusiva”. De aprobarse este escrito, el documento sustituirá a la actual carta magna.
De rechazarse, seguirá vigente la actual Ley Fundamental, aunque Boric ya anunció que convocará un nuevo proceso constituyente y que se cumplirá con el mandato del plebiscito de octubre de 2020, en el que casi el 80 % de los chilenos pidió un cambio constitucional.
“Nuestra voluntad y nuestra acción, independiente de cual sea el resultado, será convocar a una amplia unidad nacional de todas los sectores (…) Queremos escuchar todas las voces para poder seguir adelante con este proceso”, subrayó el mandatario.
Por primera vez, el voto es obligatorio y durante el día se han registrado largas filas en distintas ciudades del país, por lo que se prevé una participación más alta de lo normal.
Gaston Fuenzalida, delegado electoral en un liceo del capitalino barrio de Providencia, dijo a Efe que en su local suelen votar personas mayores y que calcula que lo ha hecho el 60 % del padrón.
Aunque el cierre oficial era a las 18.00 hora local, algunos de los casi 3.000 locales permanecen abiertos porque, por ley, están obligados a hacerlo si todavía hay votantes en la fila.
“Me decepcionaría mucho si el resultado en el plebiscito de salida es distinto al de entrada y se rechaza el texto. Seríamos un país inconsecuente”, indicó a Efe Joaquín, de 35 años y uno de los últimos votantes en un colegio de Providencia.
Fuente: EFE