Los doctores están en la primera línea de defensa frente al coronavirus (Covid-19), una tarea difícil a la que se suma otra en algunos casos: el ser profesor de la carrera de medicina en medio de una pandemia que ha obligado al confinamiento y a una mayor adaptación a la virtualidad. De eso sabe mucho Mario Grossman, quien labora en el hospital Interzonal de Ezeiza, en Argentina, y es catedrático de la estatal Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la privada Universidad Abierta Interamericana (UAI).
Un reporte de AFP da cuenta la labor de Grossman para contribuir a la formación de nuevos médicos. Para su trabajo de médico de guardia y docente universitario usa un teléfono celular y se acerca a un paciente de Covid-19, mientras que del otro lado sus alumnos lo interrogan y evalúan al enfermo. En el escenario actual, así tiene que dar sus clases de práctica hospitalaria.
“Les paso por Whatsapp las placas radiológicas, me filmo haciendo punciones o les muestro cómo hago una biopsia”, comenta a la citada agencia. En el caso de las clases teóricas, los medios virtuales son el apoyo; sin embargo, las sesiones netamente prácticas permanecen postergadas.
“Estos alumnos nunca tocaron a un paciente, no pusieron un estetoscopio en un pulmón o el corazón. Tocar, ver, oler es importantísimo a nivel semiológico. Les puedo mandar un video o un audio, pero no es lo mismo”, comenta el especialista en medicina de emergencia y nefrología.
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Aprendizaje constante
Grossmann tiene 35 años de edad y lleva 7 como médico. Mientras que antes de la llegada del coronavirus a Argentina realizaba una guardia semanal, ahora hace tres. Incluso, padeció de coronavirus y una neumonía grave, pero se recuperó.
Pero el también jefe de residentes, paso previo obligatorio de prácticas antes de ser médico, dice ser, pese a las adversidades, un apasionado de la medicina y de la enseñanza.
“Enseñar obliga a estar actualizado con nuevos diagnósticos y tratamientos, pero nadie estaba preparado para el Covid-19. Desde que empezó la pandemia hemos hecho cinco tipos de tratamientos distintos que fueron después desechados drásticamente por la comunidad científica”, admite. Y agrega que se ha tratado de “un proceso de aprendizaje mundial, fuimos todos de tratamiento en tratamiento”.
Por ahora, la interacción con sus alumnos dentro del hospital y el recorrido por la salas como parte de las clases de evaluación quedan en sus añoranzas. Aunque afirma que, cuando sea posible, los mejores estudiantes lo acompañarán en las guardias.
“Estos alumnos el día de mañana van a atender a personas que, depende de lo que hagamos, van a evolucionar bien o mal. Tenemos que darles el conocimiento en pos de que ese paciente evolucione bien. Esto ha cambiado todo, nos tenemos que acomodar”, sentencia resignado.
El escenario argentino
El pasado 20 marzo, el gobierno de Argentina decretó una cuarentena obligatoria a nivel nacional, que se ha sido extendida en varias ocasiones, la última hasta el 20 de setiembre, y también flexibilizando en distintas jurisdicciones del país.
Sin embargo, se han ido liberando algunas actividades en distintas jurisdicciones. Recientemente se autorizó en todo el territorio las reuniones de hasta diez personas al aire libre, con uso obligatorio de barbijo y al menos dos metros de distanciamiento. En tanto, las reuniones en espacios cerrados siguen prohibidas.
Las clases escolares y de educación superior presenciales permanecen suspendidas. Solo en la Facultad de Medicina de la UBA, 50.000 alumnos continúan estudiando de forma virtual, indica AFP.
Según el mapa de la universidad Johns Hopkins, Argentina es el décimo país a nivel mundial con más casos positivos de Covid-19. Al cierre de este informe registraba 500.034 contagios y 10.457 muertes.