Por primera vez desde el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, Israel abre hoy sus fronteras a turistas vacunados o recuperados de COVID-19 con la esperanza de reflotar un sector clave para el país, y en particular para Jerusalén, donde más del 30% de su economía depende del turismo extranjero.
El turista deberá haber recibido la segunda dosis de alguna de las vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) o una dosis de refuerzo en los seis meses previos a la entrada a Israel, un requisito que impedirá una avalancha inicial de viajeros. Aquellos que se hayan recuperado de COVID-19 en los últimos seis meses podrán entrar con una sola dosis.
Todo viajero deberá mostrar una prueba PCR negativa, realizada en las 72 horas previas al vuelo, y someterse a otra a su llegada al aeropuerto en Israel y permanecer las primeras 24 horas en cuarentena hasta tener el resultado negativo de la segunda PCR. Además, los turistas vacunados con la Sputnik deberán someterse a un test serológico para corroborar su nivel de anticuerpos.
Soluciones creativas
“Durante la pandemia por coronavirus, el interés en visitar Israel se ha mantenido alto y hemos trabajado arduamente para encontrar soluciones creativas y facilitar el regreso seguro de los turistas”, indicó hoy en un comunicado el Ministerio de Turismo israelí.
Tras superar el récord de 4,55 millones de turistas extranjeros en 2019, representantes del sector consultados por EFE no creen que se alcancen esas cifras hasta 2023, pero si miran el 2022 con la esperanza de que sea el año de una paulatina recuperación.
Las autoridades esperan salvar la campaña turística navideña, ya que miles de personas acuden cada año a Belén, en Cisjordania ocupada, zona que también se beneficiará, ya que la puerta de entrada para sus visitantes es el aeropuerto internacional israelí Ben Gurion, en Tel Aviv.
Después del éxito inicial de su campaña de inmunización, Israel planeó la primavera pasada la reapertura del turismo, pero tuvo que retrasar esos planes ante la llegada de la contagiosa variante delta del COVID-19 que provocó una cuarta ola y convirtió a Israel en el primer país del mundo en poner de forma masiva la dosis de refuerzo de la vacuna.
Con la cuarta ola bajo control, Israel retomó en septiembre su plan piloto para la llegada de grupos turísticos organizados, principalmente de la Unión Europea y EEUU, “un éxito”, según el Ministerio de Turismo, que hoy animó a “turistas del todo el mundo a hacer sus reservas y disfrutar de productos turísticos únicos, variados y seguros”.
Jerusalén vacía
Jerusalén, que alberga monumentos con más de 3.000 años de historia y lugares sagrados para musulmanes, cristianos y judíos, es el principal atractivo del país y por donde pasa casi la totalidad del turismo extranjero que aterriza en Israel.
“El 80% de los turistas que recibía la ciudad de Jerusalén antes de la pandemia son extranjeros y más del 30 % de la economía local depende directa o indirectamente del sector”, indicó hoy la vicealcaldesa de Jerusalén, Fleur Hassan-Nahoum, en un encuentro en remoto con la prensa.
Las calles de la Ciudad Vieja -normalmente atestadas de turistas- llevan un año y medio casi vacías; han desaparecido las colas para visitar lugares como la Iglesia del Santo Sepulcro, el Muro de las Lamentaciones, la Explanada de las Mezquitas o el Monte de los Olivos.
Los que más han sufrido son los cientos de pequeños negocios, como cafeterías, restaurantes y tiendas de souvenirs y artesanía, especialmente en la Ciudad Vieja, cuyos ingresos dependen íntegramente de los visitantes extranjeros.
La vicealcaldesa se mostró escéptica ante lo que consideró “una reapertura parcial”, ya que muchos países todavía no están aplicando la tercera dosis a la población general, ni vacunando a niños, lo que impide visitar a Israel a todos aquellos que recibieron la segunda dosis hace más de seis meses o a familias enteras.
Oxígeno para el sector
A pesar de estas trabas, para David Tucker, presidente de la Asociación de Hoteles de Jerusalén, la apertura de fronteras a extranjeros es una “buena noticia” que permitirá que muchos alojamientos que han permanecido un año y medio cerrados, como el hotel Ramada que él dirige, “vuelvan al negocio y a recuperar empleos”.
Tucker confío que en que los hoteles de Jerusalén lleguen a los 2.000 turistas diarios el próximo año, para recuperar la cota de entre 4.000 y 5.000 huéspedes diarios que se tenían entre 2018 y 2019.
Desde Abraham Group, una empresa israelí que tiene hostales económicos y organiza excursiones con guías israelíes y palestinos, ya han notado un aumento de las reservas, sobre todo desde Europa, confirmó a EFE su director Yaron Burgin, aunque todavía lejos de los 300.000 clientes anuales pre-pandemia.
“Es solo el comienzo. Pero después de esta travesía por el desierto, un poco de agua hace la diferencia”, señaló Burgin, que ha capeado la pandemia enfocándose en el turismo israelí, más interesando en los lugares de playa.
Fuente: EFE
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