Con apenas dos palabras y una firma, el político centroderechista Guillermo Lasso se convirtió este lunes en el nuevo presidente de Ecuador, un país que aspira a cambiar para llevarlo al “encuentro” entre todos sus grupos sociales y que converja hacia una auténtica “igualdad social”.
En una ceremonia de poco más de dos horas, a la que asistieron cuatro jefes de Estado y los cancilleres de ocho países, Lasso prestó juramento visiblemente emocionado ante la presidenta de la Asamblea Nacional (Parlamento), Guadalupe Llori Abarca, la primera mujer indígena que ocupa ese cargo.
“Sr. Guillermo Lasso Mendoza, ¿jura usted por su honor, ante Dios y la Patria, que cumplirá fielmente las funciones otorgadas por la Constitución de la República y la Ley, en el desempeño de su cargo como presidente constitucional de la República del Ecuador?”, le preguntó solemnemente, a lo que este se limitó a responder con un: “¡Sí, juro!”.
Dos palabras, la imposición de la banda presidencial y del Gran Collar de la Orden Nacional al Mérito, así como la firma de un decreto asumiendo sus funciones, que lo convertían en el primer presidente de derechas de Ecuador en dos décadas, sustituyendo a un Lenín Moreno que, aupado por el correísmo, pronto se apartó de esa ideología.
Un viraje que hoy le valió al ya exmandatario los abucheos de un grupo de diputados, presumiblemente de su exformación, cuando entró y salió de la Asamblea dentro del meticuloso ritual de toma de posición en el país andino.
“Ecuador del encuentro”
De 65 años, Lasso llegó al cargo tras vencer en el balotaje del pasado 11 de abril al candidato correísta Andrés Arauz, quien desde entonces se ha apartado de la política y regresado a sus estudios de doctorado en México. A la presidencia accedía después de otros dos intentos en 2013 y 2017, en los que cayó derrotado precisamente ante ese movimiento y habiendo denunciado en uno de ellos fraude electoral.
Pero hoy, apartándose de viejas rivalidades, el nuevo mandatario exhortó al “reencuentro” entre todos los ecuatorianos para construir juntos un futuro en el que “el pueblo ecuatoriano sea el protagonista de su propia historia”. “Debemos atrevernos a ser otro país. ¡Atrévamosnos ecuatorianos a cambiar!”, instó a sus algo más de 17 millones de compatriotas, a los que consideró “el mejor pueblo al que un presidente puede aspirar”.
Quizá alusión a una reciente anécdota del mandatario saliente sobre la respuesta que dio una vez a un ciudadano que lo increpó anhelando “un mejor presidente” y al que Moreno respondió que a él también le hubiera gustado “un mejor pueblo”.
En su discurso, el político neoliberal dejó un mensaje claro sobre su anhelo de un pueblo que viva en la “igualdad”, incluida la de género, en el que se erradique la pobreza, la desnutrición, las diferencias entre las zonas rurales y urbanas y tantos otros males que aquejan a la población ecuatoriana.
Y exhortó a todos a preguntarse por qué un país “tan rico” tiene un “pueblo tan pobre”, culpando de esa herencia a gobernantes que incurrieron en el “caudillismo” a lo largo de los años.
“En este Gobierno que hoy nace, del nuevo siglo de republicanismo (en Ecuador), termina la era de los caudillos.... ¡Termina la era de los caudillos!”, proclamó Lasso al asegurar que “gobernará para todos” y para restaurar los valores de la lucha de los patriotas ecuatorianos hace 200 años.
Su investidura tenía lugar en el aniversario de la Batalla de Pichincha, que dio la independencia a Ecuador y de la que el año que viene se celebrará el bicentenario. Por ello, el nuevo presidente habló de “no dejar a nadie atrás” y de un Gobierno que recoja la diversidad social y las diferentes orientaciones de pensamiento y, antes que nada, una “vacunación masiva” que permita reactivar la economía.
La Iglesia también
Ante una sala casi repleta, que por momentos hacía olvidar la pandemia pese a las medidas de bioseguridad desplegadas, Lasso habló durante algo más de una hora, en un discurso en el que mencionó varias veces a su predecesor Jaime Roldós Aguilera (1979-1981) y tampoco olvidó a la Iglesia.
Porque para un católico ferviente y declarado como él, el Ecuador del encuentro también incluye la “reconciliación” entre el Estado y las iglesias, sin que ello signifique que deje de ser un Estado laico, pero tampoco “un país donde se niega nuestro lado espiritual”.
En la sala, además de los asambleístas recién elegidos e invitados nacionales, varias autoridades eclesiásticas, así como el rey Felipe VI de España y los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro; Haití, Jovenel Moise, y República Dominicana, Luis Abinader, a quienes el nuevo presidente saludó al concluir la ceremonia.
También los cancilleres de ocho países: Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Guatemala, Bolivia, Argentina y España, y altas autoridades de instituciones internacionales. Tras la vistosa investidura, Lasso se desplazó a su nuevo hogar, el Palacio de Carondelet, para ocupar su despacho y firmar los decretos ejecutivos con los que designa oficialmente a su gabinete de ministros y principales colaboradores.
Entre los más importantes, Mauricio Montalvo como titular de Exteriores, Simón Cueva de Economía, Ximena Garzón de Salud, Fernando Donoso de Defensa, Roberto Salas de Energía y Julio José Prado de Comercio Exterior.
Fuente: EFE