Se detectaron síntomas de ansiedad en el 31% de los pacientes y síntomas de depresión en el 21%. La prevalencia de los síntomas psicológicos en los pacientes de la terapia intensiva, fue significativa. (Foto: EsSalud)
Se detectaron síntomas de ansiedad en el 31% de los pacientes y síntomas de depresión en el 21%. La prevalencia de los síntomas psicológicos en los pacientes de la terapia intensiva, fue significativa. (Foto: EsSalud)

El virus del deja secuelas permanentes en la salud de las personas. Una investigación a cargo de un equipo de profesionales de la Universidad Paris-Saclay reveló que el coronavirus afecta a casi todos los órganos. El impacto variará de acuerdo a la gravedad del paciente, desde asintomáticos hasta los que estuvieron hospitalizados en una cama UCI. También se detectaron consecuencias psicológicos.

Al momento no hay muchos estudios integrales acerca de las consecuencias a largo plazo de COVID-19, por lo reciente que es la enfermedad. Las investigaciones también son limitadas porque la mayoría de las se llevaron adelante fueron con pacientes voluntarios que participaron activamente en el seguimiento de su enfermedad, no hay una muestra fidedigna que represente a toda la población.

No obstante, el objetivo de la investigación de la Universidad Paris fue evaluar sistemáticamente, cuatro meses después del alta, el estado clínico de los sobrevivientes del coronavirus que requirieron ser internados. Evaluaron los síntomas respiratorios, cognitivos y funcionales, vía teléfono con un cuestionario y una lista de verificación de síntomas, y mediante la atención ambulatoria.

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Trabajo

La investigación ha demostrado que el coronavirus induce efectos a largo plazo, especialmente en los pulmones. Las evaluaciones por teléfono manifestaron que el 51% informó al menos un síntoma que no tenía antes de la enfermedad. El 31% dijo tener fatiga, el 21% síntomas cognitivos y el 16% disnea.

Además, se detectaron síntomas de ansiedad en el 31% de los pacientes y síntomas de depresión en el 21%. La prevalencia de los síntomas psicológicos en los pacientes de la terapia intensiva, fue significativa.

Durante la visita de atención ambulatoria, los pacientes se sometieron a pruebas de función pulmonar, tomografía computarizada de pulmón y para los pacientes que habían sido hospitalizados en terapias intensivas, ecocardiografía.

En las tomografías computarizadas se encontraron anomalías de los pulmones (principalmente opacidades sutiles) en el 63% de los pacientes, lesiones fibróticas en el 19%, que afectaron a menos del 25% del parénquima. También se observaron entre los expacientes de terapias intensivas, síntomas de ansiedad, depresión y postraumáticos en el 23%, 18% y 7%, respectivamente.

Más casos

Entre los pacientes que regresaron para una evaluación adicional, la tomografía computarizada reveló con frecuencia anomalías pulmonares persistentes, así como lesiones fibróticas pulmonares en una minoría de pacientes. La disfunción cardíaca persistente y la insuficiencia renal fueron infrecuentes. Casi todos los pacientes tuvieron serología anti-SARS-CoV-2 positiva.

Ha habido preocupaciones sustanciales sobre las secuelas respiratorias de COVID-19, sin embargo, las pulmonares graves fueron poco frecuentes en los pacientes del presente estudio, aunque todos habían experimentado una forma grave o muy grave de COVID-19”, explicó el autor principal del estudio, Luc Morin.

Los resultados de la tomografía computarizada de pulmón, realizada a todos los pacientes sintomáticos y de terapias intensivas, fueron anormales en la mayoría, pero las lesiones más frecuentes fueron opacidades sutiles en vidrio esmerilado. Las lesiones fibróticas, sospechadas por la inflamación inicial severa, estuvieron presente en solo el 19% de los pacientes con tomografías computarizadas.

Conclusiones

De acuerdo a esta investigación, los cambios fibróticos afectaron menos del 25% del parénquima pulmonar en todos los pacientes y ocurrió casi exclusivamente en pacientes de terapias intensivas. Aunque las secuelas pulmonares graves fueron poco frecuentes, se notificó disnea de nueva aparición en el 16% de los pacientes.

Aunque es posible que los individuos con lesiones fibróticas leves no refirieran disnea en la consulta telefónica y posteriormente no se sometieran a una tomografía computarizada, parece que esto representa una pequeña proporción de los evaluados”, indica Morin.

Si se confirma en otros estudios y se determina que es persistente, esto podría ser clínicamente importante. Además, aunque las secuelas parenquimatosas fueron el hallazgo más común, la disfunción respiratoria se confirmó mediante la prueba de provocación de hiperventilación en el 12% de los pacientes, hallazgo que, hasta donde se sabe, no se ha descrito previamente.

Es muy probable que la respiración disfuncional no sea específica de COVID-19. No obstante, podría ser la secuela de la disociación entre la disnea y la gravedad de la hipoxemia descrita en pacientes con en fase aguda.

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