Afganistán vive una de sus peores tragedias recientes tras el terremoto de magnitud 6,0 que sacudió la provincia oriental de Kunar y áreas vecinas, causando la muerte de al menos 1.411 personas y dejando 3.124 heridos, según informó el Gobierno talibán.
El portavoz Zabihullah Mujahid detalló que los distritos más afectados son Nurgal, Chawki y Asadabad, cerca de la frontera con Pakistán, donde más de 5.400 viviendas quedaron destruidas.
La Media Luna Roja Afgana alertó que “muchas personas siguen atrapadas bajo los escombros” y que los equipos de rescate trabajan contrarreloj. El coordinador humanitario de la ONU en Afganistán, Indrika Ratwatte, advirtió que la cifra de víctimas “probablemente aumentará” y situó a los afectados en más de 12.000 personas.
Escenas de emergencia
“Hoy es el segundo día desde el terremoto, han pasado más de 32 horas, y los heridos siguen llegando”, declaró a EFE el doctor Sharif Khamosh, del Hospital Regional de Nangarhar en Jalalabad. Helicópteros trasladan a los heridos hacia hospitales en Jalalabad y Asadabad, mientras maquinaria pesada despeja carreteras bloqueadas por deslizamientos de tierra.
EFE constató largas filas de vehículos que suben a las montañas: unos llevando heridos, otros entregando ayuda a las aldeas devastadas. La destrucción alcanza viviendas, escuelas, mezquitas, tierras agrícolas y ganado, aumentando la vulnerabilidad de las familias rurales.
Respuesta internacional
La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA) identificó como necesidades inmediatas refugios temporales, agua potable, medicinas y alimentos de emergencia. Para ello, la ONU liberó cinco millones de dólares de su fondo global de respuesta.
El Reino Unido anunció un millón de libras en ayuda humanitaria, mientras que la India envió un millar de carpas y toneladas de alimentos. También expresaron apoyo China, Pakistán, Irán, Egipto y la Unión Europea.
Retos para Afganistán
El país enfrenta esta catástrofe en medio de una crisis económica severa y con un sistema sanitario debilitado por la falta de recursos, las restricciones del régimen talibán y la reducción de la cooperación internacional en los últimos dos años.
Las autoridades locales, con limitados medios, dependen ahora de la asistencia externa para atender a los damnificados y evitar que la tragedia humanitaria se profundice en las próximas semanas.





