Elecciones Ecuador 2021: Andrés Arauz (izquierda) y Guillermo Lasso se miden este domingo 11 de abril en el balotaje. (Fotos: AFP).
Elecciones Ecuador 2021: Andrés Arauz (izquierda) y Guillermo Lasso se miden este domingo 11 de abril en el balotaje. (Fotos: AFP).

es un país dividido. Una impopular gestión de ha puesto en la segunda vuelta electoral a dos opciones diametralmente distintas. Por un lado está el correísmo de izquierda y por otro el anticorreísmo más conservador. Ese es el menú que se presenta hoy para más de 13 millones de ciudadanos que deben elegir al próximo gobernante por los siguientes cuatro años.

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En el papel, , delfín político del exmandatario Rafael Correa, llega como favorito. Lo avala el haber conseguido el 32.7% de los votos en la primera vuelta, frente al 19.7% que obtuvo su rival , un exbanquero defensor del libre comercio y miembro del Opus Dei.

La mayoría de las encuestas ponen por delante a Arauz, que promete revivir los tiempos de bonanza y obra pública de Correa, quien se vio beneficiado por altos precios del petroleo y los commodities. Ahora, sin embargo, la situación es otra. La deuda es de más de 63,800 millones de dólares (aproximadamente el 63% del PBI) y el déficit fiscal supera el 8%, según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta entidad estimó además una caída de 7.5% del PBI en 2020 producto de la pandemia de COVID-19. Asimismo, prevé que Ecuador será, tras Venezuela, el país que menos crecerá en 2021 en Sudamérica, con una recuperación de la economía de solo 2.5%, frente al promedio latinoamericano de 4.6%.

Más de 13 millones de ciudadanos están llamados a las urnas. (Cristina Vega RHOR / AFP)
Más de 13 millones de ciudadanos están llamados a las urnas. (Cristina Vega RHOR / AFP)

Ante este panorama, Lasso ha articulado el discurso de que “volver al correísmo” podría llevar a Ecuador a convertirse en una nueva Venezuela. Esta estrategia parece haberle dado ciertos resultados. Una reciente encuesta de la firma Market vaticina un “empate técnico”, en el que 50% de los votos irían a Arauz y el 49% a Lasso, con una desigualdad de unos 70,000 sufragios.

Deuda con el FMI

Un tema que ha centrado buena parte del debate electoral es qué hacer frente a la deuda que Ecuador tiene con el FMI. La gestión de Moreno acordó el año pasado un préstamo por un total de 6500 millones de dólares con esa entidad. Ya en 2019 había pactado que se prestaran 4200 millones. En contraparte, el órgano financiero exigió una serie de medidas de austeridad fiscal. El programa de ajuste incluía la eliminación de los subsidios a los combustibles, lo que detonó la protesta indígena de 2019 que dejó 11 muertos y unos 1300 heridos.

Arauz ha dicho que no se someterá “a las condiciones pactadas por Moreno”. Ha prometido romper con la austeridad que respalda el FMI y reactivar el gasto social estatal. El problema es conseguir los fondos para ello. Su mentor, Rafael Correa, lo hizo recurriendo a China. De hecho, una de las cosas que le critican sus detractores es precisamente haberse endeudado con el gigante asiático y despilfarrar el dinero del auge petrolero.

Carreras de candidatos en la segunda vuelta de Ecuador. (AFP)
Carreras de candidatos en la segunda vuelta de Ecuador. (AFP)

Lasso, por su parte, ha señalado que no va a “desconocer el acuerdo con el FMI”, aunque se opone a subir el IVA de 12% a 15%, una de las medidas exigidas por el ente financiero. El candidato de derecha prefiere impulsar el papel del sector privado y “promover una economía de libre mercado”. Asimismo, insiste en que “Ecuador tiene que formar parte de la Alianza del Pacífico”, en contraposición con Arauz, que promete relanzar el Unasur de la mano con otros Gobiernos autodenominados “progresistas” en la región.

Un punto en el que ambos candidatos parecen coincidir es mantener la dolarización de la economía, una medida adoptada en el año 2000 que hizo desaparecer al sucre, ante la amenaza de una hiperinflación.

La confianza que genera el dólar permitió controlar la inflación, pero es un arma de doble filo, pues no permite imprimir dinero ni devaluar la moneda para aumentar la competitividad o el consumo. No obstante, aunque el sistema tiene sus críticos, la mayoría de expertos aseguran en que dar marcha atrás en estos momentos sería contraproducente.

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