Algo tiene que estar en el país para que luego de una supuesta “reforma electoral”, hoy tengamos 37 candidatos que aspiran a llegar el próximo año a la Presidencia de la República, algunos provenientes de agrupaciones “históricas” pero que no tienen muchos logros que mostrar, y otros de grupos improvisados y hasta “clubes de compadres” que hasta ahora no logran la unidad como partido dispuesto a asumir la responsabilidad de respaldar a su líder en la difícil labor de conducir un país como el nuestro.

Salvo por un caso aún por definir, desde el domingo último ya sabemos formalmente quién será el aspirante presidente de cada agrupación política. Pero más allá de los rostros que ayer hemos colocado en la portada de Correo Lima, deberíamos conocer qué tipo de agrupaciones están detrás de estos personajes, algunos unos totales desconocidos, y otros malos conocidos de nefastas trayectorias políticas como César Acuña, José Luna, Vladimir Cerrón, Yohnny Lescano y Ricardo Belmont, por citar solo algunos.

Recordemos que gran parte de la inestabilidad política que hemos padecido en los últimos años, ha tenido que ver con el hecho de contar con presidentes sin respaldo en el Congreso y en sus respectivos partidos, por provenir de agrupaciones de cartón y llenas de tránsfugas y traidores que hasta se pasaron a las filas de la oposición para defender sus intereses o los de sus dirigencias.

Sería bueno también echar una mirada a los partidos –o empresas con fines de lucro– que se han dedicado a cobrar a los que están dispuestos a lo que sea con tal de ser recibidos como candidatos. Ayer en este diario hemos dado cuenta que Perú Nación ha admitido que han pedido dinero para “gastos administrativos”, mientras que en la agrupación de Luna, una excongresista que hoy aspira también a ser vicepresidenta, afirma que con gusto pagó lo que le exigieron en 2020.

Los peruanos tenemos que saber quién es quién, pero también qué partidos los han acogido. Que no haya espacio a que más tarde las agrupaciones no se quieran hacer responsables de sus candidatos ya convertidos en autoridades, y viceversa. Que el fracaso de las reformas electorales de los últimos años, no jueguen otra vez en contra de los intereses del país, que merece un presidente y legisladores serios, con propuestas viables y respaldadas por un entorno político a la altura del inmenso reto.