Estoy seguro que si la Policía Nacional y el propio Ministerio Público actuaran con mayor diligencia y rapidez para hacer cumplir la ley, no tendríamos a tanta gente agrediendo alegremente a congresistas, funcionarios públicos, policías y militares, algo que ya se ha hecho una lamentable costumbre desde la caída en desgracia del golpista Pedro Castillo, lo que ha llevado a mucha gente a creer que “en nombre del pueblo” puede venir a hacer lo que se le dé la gana.

Hace poco hemos visto a gente en Arequipa agrediendo a congresistas con los que uno puede discrepar, pero no venir a agredir a botellazos, patadas y golpes. Cómo será la sensación de impunidad, que el impresentable que hizo el ataque salió ante las cámaras de televisión jactándose de su acción que en cualquier país civilizado debió motivar su inmediata detención. Obvio, sabe que está en el Perú donde las normas están pintadas en la pared y nunca pasa nada.

Días atrás en Ayacucho, un entonces viceministro de Salud fue atacado por una turba mientras almorzaba con otros funcionarios. El efectivo de la Policía Nacional que lo custodiaba también fue agredido vilmente. Hasta agua y frutas le arrojaron. ¿Hay algún detenido pese a conocerse las identidades de estos delincuentes? No, todo sigue igual. Se ha normalizado la violencia “en nombre del pueblo”. ¿Por qué esta gente no fue detenida en flagrancia?

Si vamos más atrás, durante las marchas generadas por la caída y arresto del golpista Castillo vimos en todo el país la facilidad con que cualquier “manifestante” andaba por las calles con palos y piedras que eran lanzadas a los efectivos de la Policía Nacional. La expresión máxima de este salvajismo la vimos en Puno, donde un agente fue quemado vivo. ¿Dónde están los responsables? ¿Se ha tomado acciones contra los azuzadores de estos criminales? Impunidad total.

Si a la PNP y al Ministerio Público se les sigue paseando el alma ante situaciones de violencia tan flagrantes, los vándalos y delincuentes van a seguir haciendo lo que se les dé la gana. Han quemado comisarías y hasta sedes de la Fiscalía y el Poder Judicial, pero no hay mano firme ante los delincuentes azuzados desde la izquierda. No se puede normalizar el palazo y la pedrada contra aquel que piensa distinto o no me cae bien, y menos contra autoridades públicas. No podemos entrar al reino de la barbarie.

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