Si en las próximas horas el Poder Judicial no envía a cumplir prisión efectiva al acosador sentenciado Hialmar Laynes Sánchez (55), será el único responsable de los nuevos daños físicos y emocionales que puedan sufrir las mujeres que desde hace años están siendo víctimas de este sujeto que recibió una condena de cinco años de pena privativa de libertad suspendida, que le ha valido para volver a las calles a amenazar con más agresividad a quienes tuvieron el valor de denunciarlo.
Cuando todos esperaban que este sujeto sea enviado a un penal para que no siga acosando a cinco periodistas que lo han denunciado públicamente y ante la justicia, nuestros ilustres magistrados con sus grandes medallas en el pecho lo condenaron, sí, pero a prisión suspendida, por lo que se mantiene en las calles. En otras palabras, se privilegió la libertad de este maleante a la tranquilidad y la integridad físicas de las víctimas que en cualquier momento podrían ser atacadas.
Si esto ocurre en un caso que se ha hecho mediático por el propio trabajo de las víctimas, imaginemos lo que podría pasarle a cualquier mujer sin acceso a los medios que es objeto de acoso como el que ha venido cometiendo Laynes Sánchez, y que al acudir ante la justicia recibe un portazo en la cara como lo es una sentencia que en la práctica no protege a la acosada, sino que la deja a merced del agresor que entiendo que no padece problemas mentales severos, pues por algo ha recibido una sentencia.
Parece que para pedir más recursos como lo ha hecho la semana pasada el presidente del Poder Judicial, Javier Arévalo, los jueces sí son buenos, pero para fallar en favor de mujeres acosadas por un delincuente, ahí sí les tiembla la mano y miran para otro lado, tal como lo hacen cuando mandan a la calle a prontuariados criminales que una vez que ganan la calle vuelven a delinquir, esto muchas veces en complicidad con el Ministerio Público que hace agua por todos lados.
Es de esperarse que en las próximas horas el Poder Judicial envíe a la cumplir prisión efectiva a este acosador y deje de estar poniéndose del lado del mal. Y mientras tanto mi solidaridad con las víctimas de Laynez Sánchez, a ninguna de las cuales conozco personalmente. Ellas son protagonistas de un caso que ojalá sirva para que las autoridades actúen con mayor rigor cuando hay vidas en peligro. ¿O qué están esperando para fallar como se debe? ¿Qué haya una agresión física?