De mal en peor, es la triste conclusión a la que llegamos sobre la clase política que gobierna el país y que, en los últimos tiempos, hizo lo necesario para aumentar el descrédito en el cual se encuentra, salvo excepciones de personajes que están al margen de corrupción, populismo y engaño.

Prueba de este descontento y malestar que siente la ciudadanía con sus políticos, es por el indecoroso papel que desempeñan quienes ocupan escaños en el inoperante Congreso de la República, donde la mayoría legisla de acuerdo a intereses personales y de grupo, olvidando el bienestar del pueblo que los eligió para estos cargos.

Si el anterior Parlamento fue expulsado por su nefasta participación al tratar de manera errada temas de coyuntura, este no se queda atrás y va camino a convertirse en el peor de todos los tiempos, con desaciertos y que asustan por el populismo de cada proyecto de ley que promueven, como querer debilitar a la Sunedu o plantear la intervención en el sistema financiero para condonar deudas por un tiempo, y eso, en caso de proceder, afectará seriamente la economía y ahondaría la crisis.

Jorge Luis Borges, en entrevista con Mario Vargas Llosa en 1981, (actualizada el sábado último por El País de España) decía al respecto: “Yo no sé si uno puede admirar a políticos, personas que se dedican a estar de acuerdo, a sobornar, a sonreír, a hacerse retratar y, discúlpenme ustedes, a ser populares...”

Respuesta que encaja como anillo al dedo sobre la actual clase política peruana que cayó en desgracia, pero que puede ser expectorada en próximas elecciones con un voto consciente y serio, algo difícil pero no imposible de lograr.